Sara Hagale ilustra la vulnerabilidad de nuestra existencia en delicados trazos
Sentirse frágil, impotente, pequeño. El ritmo del mundo puede ser demasiado apabullante y, a veces, solo querríamos encerrarnos en nosotros mismos y dejar que todo nos pasara por encima, sin tocarnos.
A veces, uno se siente como cuando Alicia se bebe esa pócima que encuentra y comienza a hacerse cada vez más y más pequeña. De repente, todo lo que antes era abarcable para ella se vuelve gigante, la supera y no puede hacer nada por enfrentarse a ello.
La angustia vital, el desasosiego, la sensación de que somos incapaces de hacer frente a lo que nos viene y a lo que ocurre a nuestro alrededor. Hacernos pequeños, en definitiva, tan pequeños que tan solo cabemos en nosotros mismos.
La ilustradora Sara Hagale sabe perfectamente cómo ilustrar ese mézclum de emociones en sus obras, unas imágenes con las que es fácil sentirse identificados.
El trazo de un lápiz o carboncillo sobre una folio y algo de color, como una línea azul que cae desde el ojo a modo de lágrima, son todos los elementos que encontramos en el trabajo de Hagale. No necesita nada más y ahí está su magia: en la aparente sencillez de sus ilustraciones.
Enfrentarnos a las obras de Sara Hagale es someternos a una tarea de introspección, admirar nuestra fragilidad y sentir que no estamos solos cuando todo lo que queremos, precisamente, es estarlo.
Sara Hagale: Instagram
Por María Toro