El videoartista Ben Ouaniche emplea la cámara lenta para desafiar a la realidad
Una fantasía recurrente y común para la mayoría de los mortales, en algún momento de sus vidas, es tener la capacidad de controlar el espacio y el tiempo.
Una fantasía recurrente y común para la mayoría de los mortales, en algún momento de sus vidas, es tener la capacidad de controlar el espacio y el tiempo.
Jornadas maratonianas, horas que se encadenan unas con otras a trevés de innumerables quehaceres y obligaciones. En la vida moderna no existe el tiempo pero el tiempo lo determina todo.
Una propuesta radical entre los habitantes de una isla noruega que quieren disfrutar sus días plenamente y con luz, sin tener que medir el tiempo.
¿Recordáis "Twistter", aquel placer culpable de serie B disfrazado de super producción que reventó las taquillas en los 90 y estuvo protagonizado por unos cazadores de tornados que arriesgaban su vida por estudiar este fenómeno de la naturaleza tan devastadoramente bello?
¿Podemos vivir sin tiempo? ¿Se pueden abolir de nuestras vidas las horas, los minutos y los segundos?¿Seremos capaces de vertebrar nuestra existencia sin un reloj?
Cuando conocimos de la obra de este artista, no pudimos evitar pensar eso de en qué momento a alguien se le ocurre llevar a acabo tamaña empresa; ¿Existen límites para el arte conceptual? Igual sí, el límite de "n" cuando tiende a infinito.
El artista holandés Maarten Baas produce obras que se sitúan en una encrucijada entre el arte visual, la performance y el diseño, creando relojes manuales que se borran y se vuelven a dibujar cada minuto.
Perder el tiempo es tan importante como aprovecharlo. O eso al menos reza esta reflexión realizada por psicólogos.
Imaginad por un momento que fuésemos capaces de fragmentar la línea temporal más inmediata que hayamos vivido en un espacio determinado; imaginad que en esa línea temporal hubiera varios nosotros que han ido quedándose plasmados un paso atrás en cada uno de nuestros movimientos; dejad de imaginad y ved la obra de Clive Head.
Los paisajes diarios forman parte de nuestra vida sin que la mayoría de las veces seamos conscientes de ello. Alper Yesiltas registra el paso del tiempo a través de la ventana de enfrente de su habitación, en la ciudad de Estambul.