Cinco obras de arte que se exhibieron al revés
No hay normas para entender la cultura, aunque no sabemos cómo reaccionarían los autores de algunos cuadros si supieran que sus creaciones han estado colgados a la inversa durante años.
No hay normas para entender la cultura, aunque no sabemos cómo reaccionarían los autores de algunos cuadros si supieran que sus creaciones han estado colgados a la inversa durante años.
“Siempre he pensado que si yo viviera en un mundo menos artificial, menos tecnológico y menos industrial, no haría canciones ni pintaría. Probablemente me bastaría con la luz del sol. Pero mi desubicación, mi sentirme ajeno a nuestro tráfago actual me ha llevado a este punto; encuentro mi norte vital y mi tiempo de reloj solar haciendo canciones y pintando.”
Como una mosca en la pared, el ojo del artista nos permite adentrarnos en las experiencias del día a día de las gentes de Uganda.
Cuando hablamos de Jean-Auguste Dominique Ingres (1780-1867), nos referimos a una de las figuras más importantes del mundo artístico contemporáneo.
En "Amélie", de Jean-Pierre Jeunet, el inolvidable personaje interpretado por Audrey Tautou animaba a un excéntrico vecino Raymond a conseguir la réplica exacta de "El almuerzo de los remeros" de Renoir. Quizás Raymond tenía antepasados chinos.
Edward Hopper es una de las figuras más trascendentales del arte contemporáneo por sus pinturas en las que muestra la soledad del individuo en una sociedad moderna. La soledad plasmada como manifestación artística es algo que ya le rondaba por la cabeza desde niño.
Para la artista, la sociedad trabaja montando escenarios sobre los que se desarrolla el día a día, una ‘performance’ con mucha coordinación y color.
Llegar a casa y sentirse seguro, cómodo y tranquilo en un espacio secreto e íntimo a prueba de todo. Esas son las sensaciones que transmiten los cuadros de la norteamericana.
La ausencia de nitidez, líneas borrosas, luces que se funden con los contornos de la multitud… Los escorzos se llenan de color y belleza en estas pinturas, para las que no hacen falta lentes.
Sudores fríos, temblores, palpitaciones, angustia, desconcierto...son algunas de las sensaciones que sentimos cuando despertamos con una pesadilla entre los dedos.