Grandes culos de la historia del arte
El canon de belleza ha ido evolucionando con el tiempo. Al mismo compás los artistas perfeccionaron las técnicas de reproducción de la anatomía permitiéndonos conocer cuáles eran los estándares de belleza reinantes en cada época.
Desde la época grecolatina y posteriormente durante el Renacimiento se retrata con virtuosismo los bustos de emperadores, filósofos, dioses, ninfas, diosas… replicando cada uno de los detalles que definían sus facciones.

Con precisión meticulosa se realizaron estudios artísticos de los músculos en diversas posiciones teniendo en cuenta las venas marcadas, los escorzos, la esbeltez de la figura y el gesto del rostro en cada una de las acciones o actitudes que representaban.

En lo que al retrato frontal se refiere el rostro se convierte, indiscutiblemente, en el eje visual central. Sin embargo, cuando se pretende mostrar una visión dorsal de la anatomía ya sea masculina o femenina la mirada del artista y, por ende, del espectador se redirecciona de forma espontánea hacia el culo.

Las páginas de la Historia del Arte recogen infinidad de variedades de nalgas: masculinas y femeninas, turgentes y fofas, respingonas y planas, finas y enormes, delicadas y abruptas… retratadas por creadores de diferentes disciplinas, corrientes y períodos desde el erotismo, el intimismo, el documentalismo, pero también desde el costumbrismo o el humor.

Los lienzos que ilustran estas líneas muestran algunos de los traseros más celebres de la Historia del Arte. Miguel Ángel, Velázquez, Sorolla, Dalí... todos se atrevieron a perfilar los mejores culos de sus tiempos para que ahora podamos deleitarnos en las pinacotecas más importantes del mundo sin que se nos tache de voyeurismo.








Por Carlota Solarat