Fotografías que muestran que la belleza y el amor no conocen edad
Cuando decimos que el amor no tiene edad, no nos referimos solo a que la diferencia de años entre dos individuos no es un impedimento para quererse, nos referimos también, a que es un sentimiento que no se extingue con las diferentes etapas vitales.
El amor no entiende de arrugas, ni de canas, ni de cicatrices del alma, ni de bastones; el amor es algo que está por encima de los años, los siglos, los milenios e incluso, por encima de nosotros mismos y, quizás lo más sabio sea, amarse cuando ya somos sabios.
En comparación con los jóvenes, es menos probable que se tomen fotos de personas mayores y se cuenten sus historias; nuestra cultura está obsesionada con el "tempus fugit" y solo se da valor a lo nuevo, a lo fresco y a aquello que, en teoría, rezuma vida por todos los poros de la tersa piel.
Pero como muestra la fotógrafa Arianne Clément, debemos prestar atención a aquellos que han estado vivos durante más de medio siglo porque, no solo podemos aprender mucho, sino que ver a este grupo prosperar, vivir y amar, puede cambiar nuestra actitud y nuestra perspectiva a medida que maduramos y caminamos hacia la vejez.
Los retratos de la tercera edad de Clément, muestran las rutinas de belleza de señoras espléndidas o el deseo que las parejas mayores todavía sienten el uno por el otro.
Sus imágenes están destinadas a cuestionar los estándares que nosotros, como sociedad, tenemos sobre la vejez; observando sus delicados e íntimos retratos en blanco y negro, uno no tiene la sensación de fin crepuscular, al contrario, tenemos la sensación de comienzo contínuo.
"[...] quizás lo más sabio sea, amarse cuando ya somos sabios"
Esas condiciones arbitrarias y esos clichés creados que parecen implicar la edad, se rompen a través de sus retratos.
Clément demuestra que no importa la edad que tengamos, todavía queremos vernos bien para nosotros mismos (y para los demás) y expresar amor mientras somos amados.
Las sorprendentes imágenes ofrecen una visión sincera de la vida privada de sus sujetos y un poderoso recordatorio de que la edad realmente es solo un número porque nunca dejaremos de ser principiantes, la vida nos empuja a ello, nos obliga a comenzar una y otra vez, solo hay que tener ganas.
Por Luiki Alonso