Una cruda mirada a la guerra de Rusia en Ucrania, en el fotolibro 'Diary of a Romantic Wartime Boy'
Miguel, fotógrafo aragonés, estuvo inmerso cinco meses en el conflicto bélico por trabajo, un tiempo en el que no dudó en retratar la crudeza que vio a su alrededor.
El 24 de febrero de 2022, las tropas rusas entraron en Ucrania decididas a invadir el país. Estallaba así una crisis entre ambos territorios con la entrada ilegítima de Rusia, iniciando una guerra que continúa a día de hoy y cuyo drama ha revuelto las conciencias de una sociedad que hacía mucho tiempo que no sentía tan de cerca lo que era un conflicto bélico.
Miguel, nacido en Huesca en 1986, fue destinado por trabajo a Ucrania en mitad del conflicto. Fueron cinco meses en los que dio apoyo a la cobertura de la contienda por una televisión internacional.
Apasionado por la fotografía y el vídeo desde pequeño, decidió retratar su día a día en su trinchera particular. Una mirada que se materializará en el fotolibro Diary of a Romantic Wartime Boy, disponible a partir de junio.
Su cobertura personal de la guerra se ha traducido en 40 páginas de texto con 80 páginas de imágenes que nos aportan una visión completa de la contienda mientras observamos, desde la distancia y con una mezcla de sentimientos agridulces, las fotografías tomadas con una Nikon F80 y un carrete Kodak 100tx.
Os dejamos con algunas de las imágenes e historias que se recogen en Diary of a Romantic Wartime Boy, el retrato de Miguel sobre la guerra de Rusia en Ucrania:
Nuestras órdenes eran que buscáramos a gente celebrando la Navidad en las ciudades del frente (no era una tarea sencilla, como podéis imaginar). Obviamente no encontramos a nadie celebrando ese día. Hay muy poco que celebrar en una zona de guerra.
De entre todos los testimonios, me emocionó especialmente el de esta mujer que iba a hacer de aquella noche una especial. “Mientras la vida siga, tienes que seguir viviendo”. Había perdido a varios familiares en el conflicto, incluyendo a sus hijos, soldados en el ejército ucraniano.
Nos detuvimos a la entrada de la ciudad de Bakhmut par ponernos los chalecos antibalas cuando conocimos a Tank, perteneciente a la unidad motorizada encargada de defender sus posiciones.
Llegamos a Dnipro en el área del último ataque. Los equipos de rescate trabajaban sin descanso en un edificio de civiles que había sido alcanzado por un misil. Estos bomberos estaban rescatando a un civil del ataque.
Cada minuto que pasa es inspirador, mientras los bomberos tratan de salvar vidas humanas atrapadas entre los escombros.
Llegamos a la ciudad del infierno, Bakhmut. Somos parte de un grupo de valientes voluntarios que arriesgan sus vidas entregando ayuda humanitaria (medicina y comida básicas), acogiendo a civiles que quieren abandonar la ciudad.
Un hombre alcanzado por la metralla tras un ataque con misil lanzado por el Ejército Rojo. Al poco tiempo, fallece en el hospital. En el momento del ataque, estaba andando con su mascota y su mujer. Otra víctima inocente que no tenía nada que ver con la guerra, más allá de vivir en su ciudad natal.
Dos hombres limpian escombros y localizan las pertenencias más preciadas tras un ataque en su edifico, en Kramatorsk. La tristeza y la extenuación después de una larga noche deja huella en todos.
Un edificio destruido en otro ataque indiscriminado, esta vez en Kramatorsk. Dos hombres se despiden por última vez de su hogar.
Llegamos al lugar del último ataque, las llamas se ven dentro del edificio y la gente chilla pidiendo agua, yo estoy en lo alto de una montaña de escombros, grabando el edificio, cuando miro al suelo y veo la mitad de un rostro ensangrentado. Es una mujer muerta. Comienza el rescate de los cuerpos.
Por María Toro
