Solemos pensar que pintar es un acto reservado a la representación de los temas más trascendentales de la vida, pero lo cotidiano también puede contener momentos de intriga, complejidad, atemporalidad y extremada belleza.
Para cada uno, el sentido que tiene la vida y la propia existencia varía según los objetivos y las metas que se marque, según lo que le haga o crea que le hace feliz, pero puede que el verdadero sentido de ser y estar sea uno, amar y compartir.
La conciencia que tenemos sobre los pasos que damos, los cambios que sufrimos, las evoluciones que experimentamos o los momentos que vivimos, a menudo es frágil, a menudo se pierde en ese cajón desastre que es la memoria.
Auinque hay diversos estudios e investiganciones que prueban que la vida comenzó hace, aproximadamente, 550 millones de años con los organismos del género Dickinsonia, ahora existen informaciones que remontan nuestro inicio mucho más atrás.
"Lo que me hubiera gustado que mis abuelos me contaran para empezar, es que la vida es una jodida y alucinante compañera de viaje que no nos soltará la mano hasta el día de nuestra muerte."
Dentro del género cinematográfico de la ciencia ficción hay un subgénero de autor mucho más intimista que usa los mundos de la distopía y de los futuros inmediatos como pretextos y contextos para poner de manifiesto esas miserias humanas que se caracterizan por los instintos más primarios y más oscuros que nos definen.
La humanidad se divide entre los que saben disfrutar de la soledad física o emocional y los que no; son afortunados todos los que disfrutan de pasar tiempo con ellos mismos, escuchando los ruidos de su cabeza, jugando a entenderse mejor o encontrando paz mientras ven un atardecer o toman un café con la única compañía de un pensamiento fugaz que les haga sentir vivos.
Nos enseñan desde pequeños a ser el número uno en todo, nos enseñan que ser el segundo es un adjetivo que no debemos contemplar en nuestro camino existencial hasta que descubrimos por nosotros mismos, que, quizás, uno de los secretos de la felicidad resida en saber perder, en aprender que podemos encontrar alegría en la necesaria frustración.
Divagar sobre nuestra existencia, el paso del tiempo, la pérdida de la inocencia cuando maduramos, el final del amor cuando se desgasta y mueren nuestros sueños, el miedo a envejecer solo, la pérdida de la belleza interna y externa o el temor a la enfermedad, es un acto de reflexión e introspección que asusta; por suerte el cine y las películas siempre están ahí para que entendamos todo, para entendernos del todo.
Si hay algo que hace que el cerebro nos resetee, que hace que nuestro intelecto se vea sacudido por un movimiento espasmódico o que nos descoloca rompiéndonos los esquemas, eso es el espacio-tiempo cuando creemos percibirlo de una manera y es de otra. Como en una serie de J.J Abrams llena de flashbacks, flashforwards y agujeros negros hay hechos históricos que se nos pierden en la línea temporal.
