Cada cierto tiempo, la naturaleza se muestra agradecida a pesar del trato que le damos y nos regala su magia con estrellas a las que pedirles deseos, las mismas que por unas horas nos hacen soñar con ser mejores.
El fotógrafo paisajístico Paul M Smith ha conseguido capturar con su cámara una extraña foto que recoge unas luces rojas en mitad del cielo nocturno. Destellos procedentes de lo más alto, brillos raros e increíbles que parecen fuegos artificiales disparados por la Madre Naturaleza.
Dicen las estrellas que los fugaces somos nosotros pero mientras nuestra estela siga resplandeciente, seguirá viva nuestra tendencia a soñar, nuestra tendencia a desear.
Es un fastidio cuando las cosas no nos salen según lo planeado. Aunque, siendo justos, no se nos ocurre nada que produzca mayor satisfacción que que todo vaya tal Y como lo habíamos imaginado en un primer momento.
El planeta y el cosmos a veces se alinean para regalarnos fenómenos únicos que ocurren cada cierto tiempo y que dejan, para la posteridad, estampas de un aire épico y apocalíptico asombroso.
No eres tú, es el cielo que anda revolucionado. Eclipses, bolas de fuego y lluvia de estrellas, son los estrenos mundiales de nuestra cúpula celeste para estos próximos días.
El cielo es un misterio plagado de belleza. Tan inabarcable como fascinante, la bóveda celeste es, probablemente, uno de los espectáculos más alucinantes que nuestros ojos pueden llegar a contemplar.
Desde que fue propuesta por Hugh Everett en 1957, la noción de los múltiples mundos o universos paralelos ha generado una enorme discusión en el campo de la física. Esta teoría es especialmente interesante porque permite explicar algunos de los fenómenos más extraños y contraintuitivos que caracterizan a la mecánica cuántica.
Desde que fuera tomada la primera fotografía de la Tierra, varias han sido las imágenes que han retratado nuestro planeta desde distintos lugares del sistema solar. Esta visión de nuestro hogar ha permitido ver nuestro planeta con otros ojos.
La belleza de nuestra bóveda celeste es infinita. El disco estrellado de la Vía Láctea, observable a simple vista y mediante telescopios ópticos, abarca 120.000 años luz.
