Un paseo por las aulas y los sueños adolescentes más conocidos de la televisión
Aprovechando el fenómeno de masas que siempre suponen las series que retratan la adolescencia, hacemos un recorrido por las ficciones teenagers que más nos han marcado desde cuando la memoria nos alcanza, desde mediados de la década de los ochenta hasta los años dos mil.
Degrassi High (1987)
Degrassi High (a.k.a Colegio Degrassi) es una producción canadiense llena de hormonas, historias de amor, drogas, alcohol, primeras experiencias sexuales, embarazos no deseados, familias problemáticas, amistades eternas, ilusiones, desilusiones y sueños rotos que abrió el camino de innumerables producciones que se estrenaron después y sentó las bases de un género que parece inagotable.
Larga vida al coming of age con tintes de culebrón.
The Wonder Years (1988)
The Wonder Years (a.k.a Aquellos maravillosos años) nos robó el corazón en familia; estamos seguros de que Cuéntame ha bebido mucho de la vida de Kevin Arnold, un niño que se hacía mayor en la década de los 60 y de los 70.
Un Kevin adulto nos narraba su situación familiar, su situación afectiva con Gwen, su relación de amistad con el entrañable Paul y los hechos históricos que golpearon a Norteamérica en aquellos maravillosos años que nunca olvidaremos.
Saved By The Bell (1989)
Saved by the bell (a.k.a Salvado por la camapana) era los años 80 en toda su plenitud de colores ácidos y camisas de estampados horteras.
En clave de comedia, fuimos espectadores de las aventuras de Zack Morris por conquistar a Kelly Kapowski, y, aunque Zack fue uno de los pillos que nos conquistó, junto a Parker Lewis o Mike Seaver, el que de verdad nos resultaba irresistible era el roba escenas Screech, el loser más famoso de los 90 con permiso de Steve Urkel y Carlton Banks.
Beberly Hills 90210: Sensación de vivir (1990)
Inauguramos los 90 con Beberly Hills 90210 (a.k.a "Sensación de vivir"), un éxito de masas sin precedentes que hizo que todos llevaramos las carpetas forradas con fotos de Donna, Kelly, Dylan o Brandon y que desarrolló nuestro amor por los tupés, los Levi´s 501, las botas militares y las camisas de cuadros.
Las vidas de estos pijos con problemas del primer mundo dio para varias temporadas y hasta crossovers con Melrose Place, la versión adulta y rocambolesca de la serie.
Blossom (1991)
Una de nuestras series favoritas fue Blossom. Esta adolescente risueña e inteligentísima no se preocupaba por el amor, la popularidad o ser la reina del baile de graduación.
Desde la intimidad de un dormitorio que era su universo, ejercía de pilar de una familia maravillosamente desestructurada y nos invitaban cada tarde a reír a carcajadas a base de humor absurdo y coreografías que serían virales en Tik Tok.
Heart Break High (1994)
Heart Break High (a.k.a Los Rompecorazones) fue la propuesta australiana a todas esas series que estaban siendo un éxito entre los púberes; contaba lo que contaban todas las demás, pero lo que nos molaba era el rollo realista y social que tenía.
Los protagonistas no iban superproducidos en sus looks, los escenarios era reales, nada de platós, y la perspectiva era más cruda, con un tono que nos recordaba al cine comprometido de Ken Loach.
Al salir de clase (1997)
Y por fin, llegaba la propuesta patria a la televisión, esa serie que marcó un antes y un después en la ficción nacional y que se convertía en la pionera de la revolución hormonal cañí; Al salir de clase fue, a parte de una de las series favoritas de toda una generación, la cantera interminable de actores y actrices que renovaron el panorama del cine, el teatro y la televisión española.
Lástima que con cada renovación de plantel, los argumentos cada vez fueran más irrisorios y absurdos.
Dawson´s Creek (1998)
Otra de nuestras favoritas fue la intensa y profunda Dawson´s Creek (a.k.a Dawson Crece), la personal visión teen del guionista Kevin Williamson que aprovechó la popularidad que le dio la saga Scream.
Intensos e intensas dicen que son los millenials de ahora; lo proclaman a los cuatro vientos porque no vieron ni vivieron las andanzas de Dawson, Joey, Jen y Pacey. Este cuarteto nihilista nos dejaba deshidratados con cada capítulo. Con sus idas y venidas FUERON la prueba de que una ficción de adolescentes, en apariencia ligera, podía ser un drama perfectamente escrito.
Compañeros (1998)
Compañeros coincidía en antena con su rival más directa, Al salir de clase siendo, de alguna manera, la versión de extrarradio de ésta; tenía un enfoque más cercano, unos personajes de andar por casa con los que era más fácil empatizar y trataba más profundamente las relaciones paterno y maternofiliales.
La historia de amor entre Valle y Kimi se estiró como el chicle, hasta el punto de que el fenómeno llegó a la gran pantalla en forma de película; No te fallaré fue uno de los éxitos de taquilla en 2001 y un dramón olvidable que dejó de lado la esencia de la serie y a la crítica.
Freaks and Geeks (1999)
No podía faltar una de las joyas de esta selección, una serie de culto, maldita e incomprendida que ha ganado status con el paso del tiempo. Freaks and Geeks es la propuesta más punky de la lista, parece firmada por Kevin Smith, no en vano tiene a unos jóvenes James Franco y Seth Rogen entre sus filas.
Pero esta gamberrada estaba llena de sentido y sensibilidad, la que tienen los maravillosos losers que la potagonizaban y que no tuvieron la oportunidad de hacer nuestras delicias durante más temporadas; todavía estamos llorando.
Física o química (2008)
Seis años después de que acabara Compañeros y considerando que había pasado un tiempo prudencial, se estrenaba Física o Química; la audiencia ya estaba preparada para una nueva generación de adolescentes que venían a contar lo mismo pero desde una óptica más open mind.
Fer (el famosísimo Javier Calvo) tomaba el relevo de Alejo Sauras en "Al Sa" como personaje abiertamente homosexual en una serie de televisión y se trataban con desparpajo y naturalidad temas como la maternidad temprana; además tenemos que estar eternamante agradecidos a los de casting por descubrirnos a Ursula Corberó, Andrea Duro y Maxi Iglesias.
Por Luiki Alonso