El término solsticio, deriva del latín y significa "el sol se detiene" y es que durante los solsticios, el sol parece parar su actividad y quedarse quieto.
En el día del solsticio el Sol llega a su punto más alto con respecto al Ecuador, los rayos solares caen perpendiculares sobre el Trópico de Cáncer. En el solsticio de verano del hemisferio Norte el Sol alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Cáncer, mientras que en el solsticio de invierno alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Capricornio.
Qué simboliza la celebración del solsticio de verano
La celebración del solsticio de verano es tan antigua como la misma humanidad, se trata de una jornada cargada de poder y magia. Según las creencias procedentes del paganismo de tiempos pasados, hadas y deidades de la naturaleza andan sueltos por los campos.
Tradicionalmente, los agricultores daban gracias por el verano, las cosechas, las frutas y por disponer de más horas para cumplir con sus tareas y entregarse a la diversión. También es el momento justo para pedir por la fecundidad de la tierra y de los mismos hombres.
Fogatas y ritos de fuego eran iniciados la víspera del pleno verano para simbolizar el poder del Dios padre Sol y ayudarle a renovar su energía. Asimismo, se trataba de rituales para purificarse y asegurar el renacimiento del Sol.
La explicación de este evento astronómico se encuentra en la coincidencia de dos factores: la inclinación de la Tierra sobre su eje -aproximadamente 23,5 grados- y su movimiento en órbita alrededor del sol. El solsticio de verano en uno de los hemisferios de la Tierra ocurre cuando esta mitad del globo está inclinada lo más cerca posible del sol, por lo que recibe la máxima luz diurna.
Celebraciones en todo el mundo
La noche más corta del año se conmemora prácticamente en todo el mundo, aunque su interpretación varía según las diferentes culturas. En todo caso, la mayor parte de las celebraciones nacieron como rituales asociados a la regeneración y a la fertilidad, que después fueron adaptados en la cultura occidental por la religión cristiana.
"No es casual que los solsticios nos hayan servido para marcar momentos especiales del año, ya que son las fiestas del sol. Tanto el día más corto del año, el solsticio de invierno, que nos pilla justo antes de Navidades, como el día más largo del año, el solsticio de verano, que nos pilla justo antes de San Juan", explica a RTVE.es Javier Armentia, divulgador científico y director del Planetario de Pamplona.
Los ciclos agrarios están vinculados a los del sol, por lo que, desde el Neolítico, las sociedades agricultoras han encontrado en el solsticio de junio el punto de referencia para determinar cuándo comenzar a cosechar sus cultivos. La cultura cristiana adoptó esta tradición de origen pagano y la convirtió en la conmemoración de San Juan Bautista, que según la Biblia nació el 24 de junio.
No fue la única, ya que el solsticio de invierno coincide con la Navidad, la Semana Santa está determinada por la primera luna llena tras el equinoccio primaveral, y el día de Todos los Santos es el punto intermedio entre el equinoccio otoñal y el solsticio de invierno.
"Ahora ya no, porque nuestra actividad está determinada principalmente por el calendario laboral, pero en las sociedades agrarias, que dependían mucho más de los ciclos de la naturaleza, el solsticio de verano indicaba el momento de empezar a cosechar. Todas estas fiestas desde las primeras cosechas hasta la vendimia, que son las últimas y coinciden con el comienzo del otoño, marcan ese calendario festivo de todos los meses de verano. Y el arranque, el disparo de salida, es el solsticio. Por eso es un motivo de celebración", señala Armentia.
Via RTVE