Pocos cineastas pueden presumir de haber llegado a un gran público y una buena parte de la crítica rodando con la libertad y la oscuridad con las que David Lynch ha creado un universo que forma parte del imaginario colectivo.
Artista de lo más prolífico es además un creador polifácetico que ha extendido todo su arsenal de ideas surrealistas y de estéticas únicas a terrenos como el del cine, las series, la música y la fotografía.
David Lynch es popular por películas como 'Blue Velvet' o 'Mullholland Drive' pero, sobre todo, por ese punto de inflexión que supuso la archiconocida serie 'Twin Peaks' en el mundo de la televisión y que fue germen del fenómeno fan que hay actualmente con la ficción por capítulos.
Viendo la filmografía de este cineasta de culto, no nos extraña que sienta debilidad por la decrepitud, el misterio y el lado perturbador y desasosegante que tienen los sitios abandonados, en concreto esas fábricas que tuvieron sus tiempos de gloria.
Lynch, se apropia de manera brillante de su inquietante estética cinematográfica en su primer libro de fotografía, 'The Factory Photographs', y muestra sus capturas en una exposición comisariada por Petra Giloy-Hirtz.
Fascinado por estas ubicaciones arrasadas por el paso del tiempo plagadas de las texuras opacas y enigmáticas de las chimeneas, las tuberías sueltas y los cimientos en descomposición, las fotografías en blanco y negro desnudas de Lynch se tomaron en lugares como Nueva York, Polonia, Alemania e Inglaterra.
Las imágenes en sí aparecen olvidadas y fragmentadas por el tiempo, teñidas del tipo de surrealismo que a menudo se expresa en sus películas más icónicas.
"Me encanta la industria. Me encantan los fluidos y el humo. Me encantan las cosas hechas por el hombre. Me gusta ver a la gente trabajando duro y me gusta ver lodos y desechos artificiales".
A nosotros nos encantaría que Lynch fuera eterno y gracias a que es muy dado a congelar el espacio y el tiempo en sus capturas o en sus películas, podemos abrazar para siempre nuestro lado oscuro y surrealista desde la fascinación que nos provoca su hipnótico y magnético arte.
David Lynch: Twitter