Las piezas de J.A. Durán son futuristas y transgresoras; a través de ellas da salida a las ideas visuales que se le acumulan en la cabeza. Este mes de octubre tenemos un motivo más para levantar la mirada del móvil cuando pasemos por el centro de Madrid.
Cuando era pequeño, lo que más le gustaba a Durán era escribir, crear historias de fantasía, de ciencia-ficción, pero años e ingenuidad son a menudo contrarios, y al crecer pensó que el camino de novelista era complicado. Fue entonces cuando decidió adaptar esa pasión al mundo de los guiones para películas.
Estudió en la escuela de cine de Cataluña, la ESCAC, pero ahí descubrió que donde realmente nace el cine es en el montaje, de manera que finalmente decidió graduarse en la especialidad de edición y postproducción.
"Con el conocimiento de cómo funciona un rodaje, dirigí unos cuantos cortos de imagen real, que fueron destacados en un buen número de festivales nacionales e internacionales. Sin embargo, pronto me di cuenta de que, en realidad, lo que me interesaba era la manipulación de lo real, lo conocido, a través del uso de los efectos digitales", nos cuenta el artista.
Era la época en la que se empezaban a hacer animaciones en 3D con ordenadores que no ocupaban una habitación entera, lo que daba acceso a cualquier persona con interés y motivación suficientes aprender una nueva disciplina, una oportunidad inexistente hasta el momento, "así que me puse a estudiar, compré los pocos libros que hablaban del tema, y practiqué sin parar hasta que tuve el nivel suficiente para entrar en el mercado profesional", nos explica J.A. Durán a Cultura Inquieta.
Empezó con la arquitectura y el interiorismo, pero pronto se dio cuenta de que necesitaba dar salida a su creatividad de otra forma, así que para nuestra suerte, apostó por dejar un trabajo estable para ser freelance y dedicarse a hacer lo que realmente le gustaba. Arrancó con el mundo de la publicidad, que le sirvió de escuela: "pese a las restricciones de los briefings, de las agencias y los clientes, los anuncios ofrecían la oportunidad de hacer algo diferente cada semana. Además, los ajustadísimos plazos de entrega iban puliendo mi técnica, haciendo que desarrollara una manera de trabajar mucho más organizada y productiva", nos confiesa.
Esto le llevó a dirigir piezas más complejas, como los títulos de crédito de una serie medieval para televisión (Condes de Barcelona), que acabaron compitiendo en uno de los festivales más prestigiosos del mundo, el South by Southwest (SxSW), contra series de Hollywood que multiplicaban por 1000 su presupuesto, como Narcos, Taboo o Star Trek. Casi nada.
Un día descubrió Instagram, pero no fue hasta que añadieron la opción de subir vídeos cuando sintió que ante él se abría un mundo lleno de posibilidades. "Después de ver el trabajo de otros creadores como Esteban Diácono o el propio Extraweg, me animé a realizar pequeñas piezas, rápidas en su creación pero con un potencial creativo inmenso". Por cierto, que Oliver Latta, conocido en redes como Extraweg, fue nuestro primer artista invitado en este proyecto del que nos sentimos muy orgullosos llamado "Callao City Arts".
"Sin darme mucha cuenta, de repente formaba parte de un nuevo campo en el diseño gráfico llamado "Motion Design". La verdad es que me encantó descubrir que cada vez más artistas se sumaban a la tendencia y ver como Instagram se llenaba de trabajos increíblemente inspiradores. Así nacieron mis primeras piezas, que necesitaban ser breves por la naturaleza de las redes sociales, pero al mismo tiempo tener capacidad de impacto, sorpresa, reflexión o rechazo, cualquier reacción era válida", dice el creador catalán.
Y así es como aquel niño que soñaba con contar historias acabó por hacer su sueño realidad a base de metáforas visuales y conceptos abstractos. "Denunciar "artísticamente" una situación, representar, modificar, contraponer: esas son las cosas que le interesan. "Modelos 3D fotorrealistas, multitudes sin pensamiento crítico, deconstrucciones, cuerpos blandos, materiales brillantes: esos los elementos que me atraen para representarlas. Supongo que debe ser común en muchos artistas, pero siempre me da la impresión de que estoy empezando. ¡Y llevo así 15 años! No me quejo, trabajar pensando que tus mejores creaciones aún están por llegar es un gran aliciente".
Nos encanta su filosofía, nos flipa su trabajo y le estamos muy agradecidos por obligarnos a pensar en nuestras idas y venidas. ¡No os olvidéis de pararos a disfrutar de sus piezas cuando paséis por Callao!