A veces, las fisuras se dejan ver en aquello que entendemos como parte de nuestra existencia, un error en la Matrix que hace que nos cuestionemos si todo lo que vemos es lo que parece.
Una paradoja, una ironía de la vida en el momento justo. El universo riéndose de nosotros, como si fuéramos tan sumamente trascendentales como para que alguien o algo, ahí arriba, nos diera un toque de atención personalizado. Cuando todo se sale del orden establecido y entendido como “lo normal”, pensamos que ha sido una casualidad, pero, ¿y si fuera la manera de manifestarse que tiene lo oculto?
Sobre esta idea se articula el solipsismo, una doctrina filosófica que cuestiona la veracidad de la realidad ajena, llegando a la conclusión de que solo se puede dar por válida la existencia propia. De esta manera, dudar de todo cuanto ven nuestros ojos es el mejor camino para encontrar el verdadero camino a un conocimiento verdadero.
El solipsismo está presente en la obra de Altaïr Lopes, un artista visual mexicano que fusiona la filosofía con la física cuántica en sus murales, en los que lleva trabajando cinco años. La calle es, la mayoría de las veces, el lienzo sobre el que nos invita a cuestionarnos la realidad, donde Lopes nos reta a dar un paso al frente y dejar de dar por sentado todo lo que hemos ido aceptando.
Las pinturas de este muralista tienen en común un elemento glitch, errores en las imágenes digitales, para reforzar la idea del solipsismo y acentuar el contexto histórico sobre el que se enmarca su trabajo. Un perro que se descompone sobre su cuenco de comida, monjas que se desintegran en píxeles, un pez que abandona su pecera para adentrarse en “la otra realidad”.
En la era de lo virtual, la conexión es la norma y los puentes están cada vez más presentes. Las fronteras, incluso las propias, dejan de existir. A veces, Lopes une dos muros y los convierte en uno solo, en una obra que deja entrever la fisura de la realidad, el hueco por el que se encuentra el camino correcto hacia el conocimiento oculto.
El arte a veces se presenta como una ventana que nos descubre un mundo inexplorado anteriormente por nuestra psique, nos abre una fisura dentro que nos deja anonadados, emocionados, con ganas de rebelarnos y de negar que, aquello que estamos sintiendo es otra capa más de realidad, de nuestra realidad.