Sus canales, su conexión con el agua y la vida, su gastronomía, su gente y, cómo no, su belleza. Venecia ha sido y será siempre un enclave que brilla con luz propia.
La “reina del Adriático”, la “Serenísima”, la “ciudad de los canales”. No importa bajo qué nombre intentemos referirnos a la bella Venecia, porque las meras palabras no son suficientes para resumir la magia de una de las ciudades más conocidas y visitadas de Italia.
Conocida por sus canales, Venecia se mantiene a flote mostrándose imponente con su Gran Canal en forma de “S”, en una actitud que parece cuasi eterna.
Pero la belleza es fugaz, al igual que la vida, y la ciudad de los canales no escapa al destino final de todo lo que alguna vez existió. Poco a poco, sus aguas comienzan a engullir la tierra y ganarle terreno a lo que el hombre un día construyó, como consecuencia del cambio climático.
Aunque hubo un tiempo en el que esa no era ni por asomo una de sus mínimas preocupaciones. En la década de 1970, el fotógrafo Kent Clark viajó a Venecia y, como no podía ser de otra manera, quedó prendado de su belleza, la cual intentó capturar en la siguiente serie fotográfica.
Esperamos que os despierten las mismas sensaciones indescriptibles que a nosotros.