Las habitaciones son esos lugares sagrados que son refugios de nuestros sueños, donde las paredes guardan secretos, risas y lágrimas.
Cada rincón lleva una historia, cada objeto un recuerdo. En ellas, encontramos refugio y paz, y al cerrar la puerta, nos sumergimos en nuestro propio mundo, donde nuestros pensamientos y emociones fluyen libremente.
Las habitaciones son testigos silenciosos de nuestra vida, lugares donde nuestra esencia se entrelaza con el espacio, creando un refugio único y personal. En su interior, encontramos la tranquilidad que anhelamos y la libertad de ser nosotros mismos, sin juicios ni pretensiones.
Son lugares de reflexión, de amor, de encuentro y de soledad. Cada objeto revela una historia única.
Las fotografías de Assiah Alcázar capturan estos detalles con una honestidad cruda, mostrando cómo la disposición de objetos, colores y texturas refleja la mente y el corazón de quienes habitan estos espacios.
Estas atesoran el tiempo de una manera especial.
En cada fotografía, podemos percibir la historia que ha transcurrido en ese espacio, desde las huellas de un reloj de pared que marcó innumerables momentos hasta las fotografías enmarcadas que inmortalizan momentos pasados. A través de la lente, capturamos no solo la belleza de la habitación en ese instante, sino también la nostalgia del tiempo que se ha ido.
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