Los retratos están llenos de vida, la de sus protagonistas. Una mirada, un gesto, una sonrisa puede transmitir más que mil palabras; capturar el alma de las personas en una imagen puede ser un auténtica explosión de sentimientos contradictorios. Así es la obra de Harry Conway, contradictoria y muchas cosas más.
La mirada que Harry Conway dirige a la realidad que le rodea es analítica pero nada compasiva. Su estilo es descarnado y directo, un puñetazo a las entrañas que nos hace partícipes de todo aquello que queramos leer en sus escenas diarias del Lonres más undergorund.
Sin retoques digitales, ni juegos de luces favorecedores, sus realistas retratos son igual de crudos que la vida de muchos de sus musos y musas.
El artista parece, especialmente, atraído por aquello que esconde una historia de supervivencia o de desolación detrás, y lo capta y lo trata desde una perspectiva nihilista que plasma en el acabado de sus capturas.
Artistas de hip hop, alcohólicos, desahuciados, tribus urbanas, adolescentes perdidos, integrantes de bandas callejeras, yonkis, perros o personas con el alma y el cuerpo tatuados son el eje central de una obra que respira desilusión, agresividad, violencia y ese desencanto generalizado de las películas que sabes que probablemente no acaben bien...o quizás, sí.
Ésta es la abrasiva mirada de alguien que es consciente de la realidad que le rodea y la retrata sin miedo; el trabajo de un artista a tener en cuenta.
h/t:Design You Trust