Los seres humanos somos un flujo constante de vida, una vida que no se detiene hasta su último aliento, incluso si nos mostramos estáticos. La fuerza de esa dinámica puede interpretarse a través de llamativos pigmentos.
Un lienzo es un soporte fijo, la base sobre la que los artistas trasladan sus emociones, expresan sus inquietudes y nos muestran su talento. Un lienzo no se mueve por sí mismo, pero mirando las obras de Foster Sakyiamah este axioma pierde su naturaleza de obviedad.
La artista ghanesa juega en sus cuadros con el espacio, la percepción de la realidad y la tercera dimensión, pintando una serie de líneas ondulantes que atraviesan todo el lienzo.
Sakyiamah reinterpreta la dimensión del ser humano, extrae los procesos dinámicos que ocurren en su interior y a su alrededor, ilustra su siempre cambiante relación con el entorno y con sus semejantes.
Como refuerzo de esa continua oscilación, la artista utiliza el color, siempre vibrante y lleno de vida. Los fondos de sus lienzos se funden con la vestimenta de sus protagonistas, dejando claro que son uno con su espacio.
Rojos, azules y amarillos son los tonos predilectos de la ghanesa en sus cuadros, donde muchas veces vemos a un dúo de bailarines reforzando esa idea de movimiento.
Foster Sakyiamah entiende la realidad como un discurrir continuo de vida, un flujo incesante que traslada a sus cuadros. Ella ha conseguido ponerle color a un concepto como el movimiento y nos hace reflexionar sobre la pulsión permanente a la que estamos sometidos por el simple y maravilloso hecho de estar aquí presentes.
Foster Sakyiamah: Instagram