Muchas veces, los colores se relacionan a estados de ánimo, emociones y sentimientos. La psicología cromática dice que nuestra preferencia por unas tonalidades u otras pueden revelar cosas de nosotros. Entonces, ¿qué podría contarnos la recurrente presencia del amarillo en la obra de ese genio loco que fue Van Gogh?
Los girasoles, La noche estrellada, Terraza de café por la noche y Campo de trigo en Arles no sólo son muestras de por qué Vincent ha sido uno de los máximos exponentes de la pintura y de la historia del arte. También son ejemplos de la tendencia que el artista tenía a teñir su universo de trazo suelto con el color más vibrante y luminoso de la paleta.
Gracias a La mente es maravillosa.
Van Gogh bebió directamente del arte de impresionistas como Monet o Renoir, que se expresaban con la luz, el color y los paisajes a través de brochazos expresivos que representaban un modo de ver la realidad totalmente nuevo. Los impresionistas querían romper con la visión académica de la pintura y, para ello, mostraron la vida cotidiana a través de su particular visión.
El artista, aunque es considerado una de las figuras más importantes del postimpresionismo, también se inspiro en los vivos colores que se usaron en muchas de las estampas del arte japonés. Aunque sus referencias pueden dar pistas sobre la tendencia que Vincent tenía a usar el color amarillo, puede haber otros motivos detrás de esta preferencia.
Para entender qué simbolismo se crea alrededor de esta tonalidad, es importante adentrarse en el significado de los colores. En este sentido, el amarillo es un color que suele estar relacionado a lo luminoso y se asocia a la diversión, a la creatividad y a la juventud.
Sin embargo, tal y como se verifica en diversos estudios sobre el arte medieval, lo cierto es que este color también tiene muchas connotaciones negativas, ya que puede ser símbolo de toxicidad, traición, herejes y repudiados.
Cuando Van Gogh se muda en Arles a "la casa amarilla" con la intención de montar allí una residencia de artistas, comienza su estrecha relación con este color que vino dada por diversas situaciones que sufrió. Gauguin fue el único que convivió con Van Gogh hasta que sus diferencias artísticas los separaron. Tras ese desencuentro, el famoso pintor se cortó la oreja.
De vuelta a la soledad, el artista pasaba sus días saliendo al campo a pintar trigales y a ahogar su existencia en el absenta. A causa del compuesto psicoactivo que contenía esta bebida, empezó a tener alucinaciones que se mezclaron con una epilepsia provocada por la toxicidad del plomo que tenían las pinturas que usaba.
Este compendio de situaciones lo llevaron a ingresar en 1889 en un hospital para enfermos mentales. Allí pinto una de sus obras más emblemáticas: La noche estrellada. Su original manera de percibir la noche, la Luna y las estrellas desde la ventana de su habitación, empezó a dar señales de su obsesión por el color amarillo.
Tras recibir el alta, y metido en los últimos años de su vida, Van Gogh empezó a usar constantemente el amarillo para pintar las pieles, las flores, los muebles o las flores. Se mudó, además, a una casa de campo con su amigo el doctor Gachet.
En el retrato que le hizo a su colega, el pintor además lo muestra con una planta llamada Digitalis purpúrea que, a pesar de que servía para tratar insuficiencias cardíacas, epilepsia o neurosífilis, también tenía un efecto secundario: la alteración de la visión del color amarillo. El hecho de queVan Gogh pudiera haber estado tratándose con ella podría explicar muchas cosas.
A los 37 años, el icónico artista apareció muerto con un tiro en el pecho. Se lo encontró su hermano Theo, la única persona con la que mantenía contacto por entonces. La primera versión que se manejó sobre su muerte fue el suicidio. La segunda, afirma que Van Gogh estuvo pintando fuera y que alguien lo asesinó. Lo único cierto es que siguen existiendo muchas dudas en relación con lo que realmente sucedió.
Por el significado que tiene en sí el color amarillo, el excesivo uso del mismo por el pintor puede tener dos significados: por un lado, ser el reflejo de los delirios y las musas de una mente prodigiosamente luminosa; por otro, la consecuencia de una vida que, injustamente, estuvo llena de sufrimiento y desgracias.