“Capturan mi experiencia completa con el VIH y el sida”. Así es como el fotógrafo neoyorkino Eric Rhein resume las imágenes recogidas en su libro Lifelines.
La historia de Rhein está ligada a la historia de su tío el activista LGBTQ, Lige Clarke, asesinado en 1975. A través de los libros que este había escrito junto a su pareja su influencia fue clave para el fotógrafo, quien los encontró en el arcón de cedro de su madre en su casa en Kentucky. “Me proporcionaron una educación temprana y una visión amplia de lo que podría ser vivir como un hombre gay liberado”, comparte.
Lifelines es en realidad un diario visual de la vida de Rhein, en el que narra el día a día junto a sus amigos, colegas y amantes. Las fotografías en blanco y negro están tomadas con película de 35 mm, en interiores bañados por el sol y muestran en su mayoría a hombres jóvenes.
Son imágenes tranquilas, cargadas de deseo y amor, pero muy alejadas de las escenas tradicionales ligadas al mundo gay en EEUU a finales del siglo XX. La naturaleza exuberante y los interiores serenos son el telón de fondo de unos desnudos que recuerdan a los de pintura clásica europea.
Rhein explica su relación con la cámara como una “respuesta estética instintiva a mi tema”. “Estas imágenes surgen de las experiencias vividas de mí y mis relaciones”, comparte el artista rememorando aquellos días tan duros como idílicos.
En medio de la viveza de las imágenes, la presencia del VIH. Una de las imágenes con más peso, con fecha de 1996, muestra a Rhein ayudando a su amante a colocarse una vía que recorre su brazo hasta una bolsa intravenosa. El tratamiento fue una revolución para la calidad de vida de los enfermos de sida. Aún así, varios de los hombres que aparecen en las imágenes perdieron la vida por su culpa.
En el año 1992 Rhein tomaba su primer autorretrato sin saber que iniciaba de esta forma este proyecto que nos hace empatizar y ser testigos de los sentimientos de aquellos jóvenes sorprendidos por la enfermedad.