Es relativamente fácil encontrar retratos bellos de desnudos porque el cuerpo humano en todas sus formas y volúmenes, es una de las cosas más bonitas que hay. Lo realmente difícil es encontrar retratos bellos más alla de la carne y los huesos.
Y es que para llegar mucho más allá de lo que nuestra piel contiene, hay que tener un don y una sensibilidad especial, casi un súperpoder. Valentina Gurli lo tiene, desnuda a sus modelos en cuerpo y alma y creemos que es porque ella no ha elegido la fotografía, la fotografía la ha elegido a ella.
Hay carnalidad y paisajes cutáneos que se rebelan entre ténues luces y sombras en el trabajo de Gurli, pero también hay soledad, dolor, emoción y reflexión.
Esta erótíca intimista (casi trascendestal) que caracteriza la labor fotográfica de esta artista veneciana, la adoptó de manera accidental hace 10 años cuando empezó su recorrido artístico con una Olympus de los 70 y un carrete dañado que dieron lugar a una serie de fotografías que destilaban fragilidad.
Emocionada por el resultado de esta primera serie, Gurli decicidió recorrer un camino que la llevaría a capturar todo aquello que nos hace vulnerables alejándose, así, de su formación en Derecho.
"Lo que intento contar a través de la fotografía es mi vida, mis sentimientos, las evoluciones interiores que me han acompañado a lo largo de los años. Los dolores pero también la belleza y sensualidad del mundo femenino".
Para Gurli es un privilegio haberse convertido en portavoz de un universo complejo y bello como el de la mujer en su esencia más sublime y delicada. La mujer es una suerte de fuerza natural universal.
Para llevar a cabo el trabajo de introspección que conlleva cada una de sus capturas, Valentina dice crear un vínculo emocional con sus retratadas en el que hay un sentimiento de mutuo abandono en el que ellas intentan interpretar a la fotógrafa a través de su experiencia y sus vivencias, dando vida a momentos verdaderamente únicos.
El universo de Gurli es un oasis en el que podemos entrar en silencio para conectar con el ruido que tenemos dentro, ese que nos empuja a desnudarnos cada cierto tiempo, literal y metafóricamente.
Valentina Gurli: Instagram