Martin Margiela siempre ha sido un diseñador de moda complicado: sus tendencias eran odiadas o amadas por el mundo fashion. Sus zapatos Tabi no se quedan atrás y, desde siempre, han generado grandes disputas.
En realiad, Martin Margiela, el diseñador de moda belga, no inventó el zapato Tabi, influenciado por el calzado japonés tradicional. Simplemente, como en muchos otros de sus diseños, deconstruyó formas establecidas para incorporarlas en nuevas formas. Toda su creación artística se basa en deconstruir, reciclar y transformar y esto, en algunos casos, implica readaptar siluetas ya existentes.
En el siglo XV, los primeros Tabi en Japón eran calcetines: se diseñaron como una separación del dedo gordo para promover el equilibrio, ya que existía una teoría de reflexología holística que hablaba de tener la mente clara al separar el dedo gordo del resto del pie.
Al principio, poca gente podía permitirse estos calcetines y calzado, pero cuando llegó el algodón de China, la silueta se extendió al resto de la población.
La idea inicial de Margiela con esta silueta era que el pie diera la sensación de estar descalzo sobre un talón. De entrada, ninguno de los talleres tradicionales de calzado quería hacer su Tabi. Fue el italiano Sr. Zagato quien consideró una buena idea la propuesta de Margiela.
Ese primer modelo de Tabi recorrió la pasarela por el Café de la Gare en París, en 1988, y el resto es historia.
Ahora, los Tabis siguen siendo un calzado odiado y amado a partes iguales, por su singularidad y extrañeza. Las opiniones que se generan al respecto son radicales y variadas, ya que se tratan de una prenda de moda que genera debate y despierta emociones: algo que muchos diseñadores y diseñadoras no legan a causar en el público.