Aquellos cuadernos con los que aprendimos a leer y escribir y que formaron parte de nuestra infancia, y especialmente de nuestro verano, tienen a partir de ahora un espacio físico en el centro de Valencia.
Masqueespacio
Cuadernos Rubio fue creada en 1956 y desde entonces ha editado más de 300 millones de cuadernos. El padre de estos libritos, amados y odiados a partes iguales, fue un empleado de banca, llamado Ramón Rubio.
Rubio había nacido para la educación, esa era su vocación y por eso abrió (también en Valencia) una conocida academia por la que llegaron a pasar más de 3.500 estudiantes.
En aquel lugar Ramón utilizaba su propio método de enseñanza, y fue así cómo se planteó que los profesores ahorrarían tiempo si no tuvieran que escribir los problemas y operaciones en la pizarra. Así que creó unas fichas para los alumnos que acabaron convirtiéndose en los legendarios cuadernillos Rubio.
A día de hoy, aún se siguen imprimiendo 10.000 ejemplares al día y en 2018, en plena era digital, sus ventas aumentaron un 20 % con respecto al año anterior.
Ahora, acaban de abrir su primera gran tienda, con el objetivo de que grandes y pequeños podamos disfrutar físicamente de la experiencia Rubio con una mirada al futuro sin olvidar el pasado.
El espacio se encuentra ubicado en el centro de la ciudad, concretamente en el número 9 de la calle Sorní y cuenta con actividades interactivas tales como una máquina del tiempo con gafas de realidad aumentada, una ruleta con la historia de la editorial, una caja altavoz que cuenta cuentos, un tunel del color, una sala de lucigrafía o una mirilla curiosa.
Masqueespacio
El estudio Masqueespacio han sido los encargados del diseño de este local de más de 200 metros cuadrados al que se accede por una entrada retro-futurista que nos da la bienvenida para ser guiados después a través de un gran mostrador desde el que podremos visitar las diferentes áreas.
Cada una de ellas tienen su propio rincón, así nos encontramos un tablero de metacrilato para trabajar nuestra escritura o unos estantes giratorios que se transforman en pizarras para poder poner a prueba nuestros conocimientos matemáticos. Un maravilloso ejemplo de cómo evolucionar hacia el futuro sin dejar atrás el pasado.
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