Del COVID-19 a una transformación radical a través de la cultura

Los Laboratorios de aatomic lab son procesos de aprendizaje e intercambio de conocimientos con un carácter experimental, que promueven pensamiento crítico, la expresión artivista, la participación y el desarrollo comunitario, a través de la cultura.

El objetivo es desarrollar experiencias prácticas de cómo la cultura y los procesos creativos pueden re- vertir en la sociedad más allá del producto artístico. Las dinámicas de Aatomic_lab consisten en desarrollar estrategias de creación colaborativa (co-creación) y reflexión con colectivos y  comunidades. Una experiencia creativa alternativa de interacción con el entorno.

AAtomic lab forma parte de Arquitecturas Colectivas (AACC), una red de personas y colectivos interesados en la construcción participativa del entorno urbano. Son los autores de este incisivo artículo que hemos querido compartir con vosotros.

arquitectura sostenible 
Vista Aerea de la Ciudad de Cochabamba, por JH PLATA Filmmaker

En la situación distópica que estamos viviendo, de estado de alarma o excepcionalidad, hay muchas personas que, organizadas o no, están trabajando en alternativas a un capitalismo infectado -instalado en medios y gobiernos- que devora recursos naturales y humanos, además de ser contrario a los intentos ciudadanos de emancipación y ​poder intervenir colectivamente sobre las mismas condiciones de vida​.

Cómo dice Naomi Klein, en estos momentos de incertidumbre "La buena noticia es que estamos en una mejor posición que en 2008 y 2009. Hemos trabajado mucho en los movimientos sociales durante estos años para crear plataformas de personas".

​En efecto, s​on numerosos los colectivos que reivindican nuevas formas de relación social, de convivencia, de desarrollo comunitario, de aprendizajes, de respeto al entorno. Abordar retos colectivos desde la equidad, la inclusión sociocultural, los saberes compartidos, el hacer con los otros (​DIWO​), y promover que nuestras comunidades sean agentes activos de cambio hacia una transición eco-social, mucho más allá de lo “sostenible”.

«El arte consiste en construir espacios y relaciones para reconfigurar materialmente y simbólicamente el territorio común
–Jacques Rancière

La creatividad, el pensamiento crítico y el disenso en un sentido propositivo, son esenciales para romper equilibrios establecidos y tendencias dominantes. Pensemos en una dialéctica social en la que el arte, junto con la ciencia, la ética u otros saberes, puede servir como avance, laboratorio de investigación, signo y tanteo de nuevos escenarios. De esta manera y para que el arte sea realmente efectivo y transformador debe ser abierto (open source) e inclusivo, que tenga la capacidad de hacer caer el elitismo, los egos, y ser fuente de conocimiento, que facilite procesos de participación activa donde la inteligencia colectiva esté al servicio de este cambio. Pero a pesar de esta capacidad transformadora, resulta paradójico el espacio marginal que “las artes” ocupan en nuestros currículums o en nuestro tejido productivo/profesional.

Y es que la (co)creación (creación conjunta o colectiva) facilita los procesos de desarrollo comunitario, fortalece las capacidades individuales y colectivas, la reflexión e investigación (entendido como levantar los cimientos para un repensar ideológico y metodológico), ayuda a reforzar el sentimiento de comunidad, y, estratégicamente, se puede trabajar la inclusión social de personas que están excluidas o silenciadas en otros espacios de debate o participación. Algunos procesos cocreativos tienen que ver con reorganizarse colectivamente, compartir recursos, movilización social, visibilizar reivindicaciones, o poner la investigación creativa al servicio de otros sectores de actividad.

"La (co)creación facilita los procesos de desarrollo comunitario."

El pasado mes de septiembre, la experiencia “visionaria” de los XII Encuentros de Arquitecturas Colectivas, ​Antídotos para un paraíso ​fake​,​ impulsó un escenario piloto en los barrios La Soledat, Nou Llevant y Es Molinar, de Palma.​ ​Más de 58 colectivos locales, estatales e internacionales trabajamos de manera horizontal junto a las vecinas y vecinos, a las que se unieron técnicas de la administración.

Se desarrollaron toda una serie de propuestas, ​desde la cultura, para la comunidad y, el resultado de este encuentro experimental, fueron una serie de antídotos p​ ara fortalecer los movimientos sociales y el sentimiento comunitario: Implementar procesos creativos para la transformación social; Memoria y relaciones intergeneracionales; Acceso asequible a la vivienda; Modelos de tenencia alternativos; Estrategias de redistribución de recursos; Instrumentos para la gestión ambiental; Soberanía Alimentaria; Modelos de gestión comunitaria; Fomento del urbanismo inclusivo y planes de desarrollo comunal a través del urbanismo colaborativo...

 
La ciudadanía camina a tomar posición e implicarse en los asuntos que afectan su entorno, privado y público, en el ámbito social, económico, cultural o político y, para que este posicionamiento siga adelante, debemos hablar de procesos y laboratorios de participación activa desde y para las comunidades, asumiendo por parte de la administración, compromisos vinculantes. Reconocer a las personas como agentes políticos, independientemente de su clase, origen cultural, sexo y sexualidad, o que tengan los papeles en orden. Simplemente porque forman parte de la gestión cotidiana, del día a día en los barrios.

Del COVID 19 a una transformación radical a través de la cultura Foto via LATITUD 40º

Una referencia interesante, que está impulsando la investigadora Arantxa Mendiharat, es introducirse en sistemas democráticos que dan un papel relevante a la ciudadanía, como propone el colectivo Democracia por sorteo, con la elección al azar de grupos representativos de ciudadanos/as para deliberar sobre asuntos complejos y de largo plazo que se plantean desde cualquier nivel de gobierno. Puede ser una iniciativa para considerar en "tiempo de desafección". Hay ejemplos recientes en Irlanda, donde una asamblea ciudadana constituida por 99 personas elegidas por sorteo ayudó a dirimir y consensuar respecto a la ley del aborto, incluido en un cambio de la Constitución; o la actual Convención ciudadana por el clima, en Francia, en la cual participan 150 ciudadanos/as.

 
Múltiples y variadas iniciativas solidarias impulsadas por vecinos y vecinas organizados han surgido estas semanas para dar solución a las necesidades colectivas que ha provocado la crisis Covid-19: Frena la curva, Ciudades Comunes, Redes solidarias de Bilbao, Huelga de alquiler, Hotels per la sanitat, Inca Repunta, Suport Mutu, Operación vecino, etc. Son ​Iniciativas que están basadas en la cooperación comunitaria, los cuidados, la responsabilidad, la confianza mutua, o el ejercicio de derechos fundamentales y libertades públicas. Estas iniciativas suponen un claro ejemplo de este refuerzo de vecinas y vecinos convertidas en una energía social, que debe continuar. Son movimientos ciudadanos legítimos, que los poderes públicos tienen la obligación de facilitar, salvaguardar en su desarrollo, proteger en su ejercicio y dotar de recursos.

 
Además se está reaccionando con propuestas de transformación. Especialmente cobran interés cuestiones como: procomún vs. privatización, arte vs. industrias culturales, inclusiones vs. exclusiones, etc... y otros conceptos como feminismos y diversidades, interculturalidad, co-creación, laboratorios ciudadanos, afectos y cuidados, estrategias medioambientales, economía de la cultura alternativa, entre otros. Qué esperamos, pues, para coaprender, y para implementar. Las personas deben adelantarse al devenir institucional.

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El procomún nos ​resitúa​ en un marco humanista, en el que ganan nueva legitimidad temas que el modelo neoliberal ha dejado de lado, como la transparencia, la equidad, el acceso universal o la diversidad. Es una alternativa a la economía de mercado que integra lo ético y colectivo. Un modelo que se apoya en comunidades estructuradas sobre la confianza, plantear cuestiones sociales, económicas, políticas y ecológicas, desde la creatividad, y avanzar en el conocimiento de las potencialidades emancipadoras de los procesos creativos, a través de unas prácticas artísticas en las cuales el factor determinante es la voz de la gente del barrio.

 
En este sentido, el artivismo puede abrazar la intención política, o, si se prefiere, el artivismo explora cómo la acción reivindicativa puede llegar a ser creativa, poética o sensorial, y puede sensibilizar la ciudadanía para estar atenta. E incluso fiscalizar las actuaciones políticas que en nuestro país nos asfixian por una sucesión de simulacros (en el sentido de Jean Baudrillard) previos a acontecimientos que nunca llegan a producirse. (ej. ​quehacenlosdiputados.net​)
 
"No podemos hacer concesiones en derechos civiles, políticos o sociales. Después del coronavirus habrá más desigualdad, más pobreza y más tensión social, y habrá que solucionarlo, pero la solución no puede pasar para sacrificar más derechos en nombre de una utopía muy peligrosa como es la de la seguridad total." (Alba Rico). Y es que no está justificado nuestra ​geolocalización​, para conocer nuestra movilidad, o mantener vigente una ley mordaza.

 
“No solo hace falta, pues, un plan de choque social para paliar los daños de esta crisis, sino un trabajo crítico que nos ayude a percibir colectivamente cómo hemos llegado hasta aquí y cómo queremos salir”​ (Marina Garcés).

latitud 40 Foto via LATITUD 40º

 
La cultura funciona como un catalizador social que ayuda a generar las estrategias de desarrollo contra el modelo impuesto que llama a la renovación. En consecuencia, las supuestas medidas de “choque” hacia la cultura no pueden insistir en fórmulas clásicas de precarización de los creadores, y continuar con una administración pública dura, burocrática, poco flexible y facilitadora. Si no se concretan las condiciones reales (presupuestos asignados, condiciones, plazos, pagos...) el apoyo a los creadores puede convertirse en un simple simulacro, otra falacia.

 
Siendo escépticos a los discursos institucionales, no dejan de ser interesantes las palabras del Ministro de Cultura alemán: "El coraje creativo de las personas creativas puede ayudar a superar la crisis. Tendríamos que aprovechar todas las oportunidades para crear cosas buenas para el futuro. Por eso se aplica el siguiente: los artistas no solo son indispensables, sino también vitales, especialmente ahora". Este discurso se ha concretado en un paquete de ayudas y subsidios dirigido a artistas y pequeñas empresas culturales para cubrir necesidades básicas.

 
En este punto de inflexión, la creación artística debe recuperar un papel activo como modelo alternativo, en inspiración para las actividades humanas, en energía social al servicio del desarrollo. Si este no es el momento de la cultura, la innovación, la colaboración, cuándo será?
Por tanto es necesario un cambio de acción política radical, y que los dirigentes actuales tengan el suficiente valor para introducir cambios estructurales. Hemos de poder cotrabajar desde los aprendizajes y las reflexiones, más reforzadas ahora de este periodo de confinamiento, e implementar ​antídotos​ de manera efectiva desde lo local a lo global. Defender los saberes comunes, lo público, lo común, los afectos y los cuidados.

¿Qué podríamos hacer mañana mismo? ¿Impulsar una renta universal básica de emergencia, que después de la pandemia debe convertirse en un derecho universal? Tal vez como dice Guy Standing: La renta básica universal sería maravillosamente liberadora.

Por AAtomic lab

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