El imponente y gigantesco bloque de hormigón presume de una nueva vida gracias a la remodelación del estudio Becker + Becker.
O lo amas, o lo odias. El brutalismo es una de las corrientes arquitectónicas que no dejan indiferente a quien se tope con alguna de sus construcciones.
Todas son fácilmente reconocibles por sus impresionantes dimensiones; la simplicidad de sus formas, que hace de cada edificio un modelo listo para ser reproducido en serie; el uso de materiales de bajo coste; y su aspecto industrial, imponente y poco “glamuroso”.
Estas características han propiciado que este tipo de construcciones caigan en el olvido, siendo abandonadas como moles que estorban en el horizonte. Pero, por suerte, estudios como Becker + Becker saben ver las posibilidades en lo que otros solamente ven decadencia.
Los arquitectos escogieron un edificio en el corazón de New Haven, en Connecticut (EE.UU.), creado por el modernista Marcel Breuer hace medio siglo, para renovarlo desde dentro y darle una nueva oportunidad.
Tras un trabajo de tres años rehabilitando sus interiores y transformando sus estancias abandonadas, Hotel Marcel cuenta en la actualidad con 165 habitaciones, un lobby, un restaurante, una galería y una sala de conferencias.
Además, el proyecto Breuer, llamado así en honor al arquitecto, pretende ser el hotel certificado como casa pasiva en Estados Unidos, siendo “un modelo de hospitalidad sostenible”.
El basto aspecto exterior del Hotel Marcel contrasta a la perfección con su renovado interior, de sencilla elegancia, donde la sostenibilidad es el eje central: más de mil placas solares proporcionan el suministro eléctrico necesario para dar luz, calefacción y aire acondicionado.
Un ejemplo brutal de que el pasado y el futuro pueden darse la mano sin renunciar al buen gusto.