La serie distópica arrasa con su crítica al poder deshumanizador del dinero. Pero en este mundo cruel, encontramos escenarios llenos de color y con una cuidada fotografía que se inspiran en construcciones reales, como La muralla roja española.
Si aún no te has enganchado a Squid Game (El juego del calamar), el argumento es simple: cientos de personas ahogadas por las deudas económicas deciden apuntarse a un concurso donde tendrán que participar en juegos infantiles para ganar y llevarse un premio multimillonario… o morir en el intento.
La serie surcoreana no solo engancha por la tensión de sus episodios, sino por el marcado contraste entre la oscuridad de su historia y una marcada estética llena de color.
Sus escenarios están decorados siguiendo el carácter infantil de los juegos, como las escaleras que llevan a los participantes al próximo reto, uno de los espacios que más ha llamado la atención de los espectadores.
El director de la ficción, Hwang Dong-hyuk, ya ha dejado claro en varias ocasiones que se basó en los escalones de Relatividad de Escher, pero al público español no se nos escapa una clara referencia: La muralla roja del arquitecto Ricardo Bofill.
Situada en Calpe y construida en 1973, este complejo de 50 apartamentos es un laberinto en sí mismo donde escaleras, patios secretos, piscinas y terrazas se entremezclan con los bellos colores de las fachadas.
El arquitecto Ricardo Bofill se inspiró en la qasba y las torres de adobe norteafricanas, dando vida a una fortaleza pintada de rojo, azul, rosa y violeta cuya estructura recuerda sospechosamente a las escaleras de El juego del calamar.
La nueva fama internacional que probablemente adquiera La muralla roja a raíz de las comparativas con las escaleras de la serie promete incrementar un problema que los vecinos del complejo ya están sufriendo.
El complejo de edificios es uno de los lugares más instagrameables de la Península y sus residentes están más que hartos de los curiosos que solo buscan la foto en su propiedad privada.
Así que, para ahorrarles un disgusto, mejor disfrutar de la serie y el complejo de Bofill desde casa.
Ricardo Bofill: Web