Esponjosas, imponentes, delicadas y llenas de magia. Las nubes bajan del cielo para desplazarse por donde deseen, elevando por encima del suelo los sueños y la imaginación de quienes las observan.
Duran tan solo 10 segundos, pero es el tiempo suficiente para dejar volar, de forma literal, la imaginación. 10 segundos de disfrute de una estampa que parece sacada de un sueño. 10 segundos con la cabeza en las nubes, viendo cómo una reconstrucción de estos esponjosos cúmulos hidráulicos se desplazan por interiores, arrancadas de su libertad en el cielo, brindándonos la oportunidad de soñar con los ojos abiertos.
Las esculturas de Berndhaut Smilde son mágicas. Sus nubes ocupan galerías, pasillos y talleres flotando, invadiendo el espacio rompiendo las reglas de la gravedad y transformando cualquier espacio en un sueño.
Estas obras efímeras forman parte de la serie Smilde Nimbus, en la que el artista lleva trabajando más de una década y de la que deja impronta con la ayuda de fotógrafos con los que colabora habitualmente para plasmar sus nubes hechas a base de humo y agua.
“Sigo fascinado con capturar una nube. Nunca me aburro del proceso ni de ver cómo se transforma en una nube física, ocupando espacio, reflectando luz y un momento tan concreto”.
En los últimos años, Smilde ha conseguido que sus nubes sean más densas y amplias, con una mayor presencia que ya ha llenado espacios desde Dubai y París, hasta Washington D.C. Además, dependiendo de la ubicación de la escultura, las obras adquieren distintos significados para explorar cuestiones temporales, limítrofes y perceptivas.
El propio artista explica que, el espacio holandés donde hizo su primera nube, una capilla, resaltaba las connotaciones divinas de la escultura, pero en otros ambientes, podría parecer como si un elemento se hubiera escapado de un cuadro con un gran paisaje, un pensamiento, un espacio sagrado, un elemento conciliador o un elemento que se mueve entre distintos estados.
“He aprendido a no tener el control total siempre sobre las nubes y aceptar el cambio. Una nube no dura; cambia, crece y se disuelve”.
Las nubes de Smilde seguirán haciéndonos soñar con flotar, volar y estar rodeados de esos elementos tan mágicos y cotidianos como son las nubes.