En el otoño de 2018, uno de los baobabs más grandes de Madagascar se partió por la mitad y cayó al suelo. Se cree que el antiguo gigante tenía alrededor de 1.400 años y fue fuente de comida, combustible y fibra durante décadas que suministró de recursos a la población local.
Este árbol, conocido como Tsitakakoike, nombre que significa "el árbol donde una persona no puede escuchar el grito del otro lado", se había entrelazado con la tradición local. Se pensaba de él que albergaba a los espíritus ancestrales de la gente cercana de la localidad de Masikoro.
Su pérdida fue devastadora para la comunidad ,y una señal absoluta de cómo la crisis climática está dañando a estos árboles centenarios.
Esta creciente deforestación hizo que la fotógrafa Beth Moon se ataviara con su cámara y emprendiera un viaje a la región, donde fotografió a estos gigantes caído. La fotógrafa ha estado documentando esta especie vegetal desde 2006, cuando se desplazí hasta a la zona tras la caída de Tsitakakoike.
Las fotos de Moon muestran cómo las raíces expuestas de los enormes árboles se extienden por el suelo, una señal de cómo las sequías causan que muchos de los árboles se deshidraten tanto hasta derrumbarse y caer por su propio peso.
Estos efectos devastadores son comunes en la región, que en las últimas décadas ha experimentado una importante escasez de agua y una rápida reducción de la población de baobabs.
Durante su visita, Moon capturó docenas de fotos que se pueden contemplar en su Instagram, donde además explica el contexto de las imágenes.