Cuando uno se planta ante uno de los retratos de Ángeles Agrela (Úbeda, Jaén, 1966), solo puede dar las gracias por descubrir nuevos prismas y nuevas perspectivas de la fantasía, la belleza, la moda y el poder de lo femenino.
En un primer instante, asomarse al universo plástico (y capilar) de Ángeles es una experiencia sensorial que conecta con nuestra parte más superficial. No podemos evitar quedarnos atrapados en la belleza estridente de cada una de las mujeres, adolescentes o niñas que retrata.
Pasado "el Stendhal" y dispuestos a ver más allá, profundizamos en el magnetismo de sus miradas y en la tranquilidad de sus perfectos rostros y, por un fugaz momento, podemos olvidarnos del fantasioso y colorido envoltorio y ver el alma, el de ellas y el de Agrela.
Ángeles Agrela tiene una sólida trayectoria artística desde mitad de los años 90, con más de 45 exposiciones individuales a sus espaldas. Durante los últimos años, ha trabajado alrededor del papel de la mujer en la Historia del Arte y cómo ha sido representada.
Según sus palabras: “Creo que sigue siendo necesario que las mujeres aportemos una visión contemporánea a esta representación de lo femenino por medio del arte”.
En estos dibujos distrae la atención de los rasgos particulares del rostro para generar una atención extra hacia las otras cosas que definen a esa imagen como persona. Es como ocultar una parte de lo que te caracteriza, para atraer aún más la atención al resto de las cosas que hemos elegido como "nuestra imagen".
Aquí entran en juego las masas de pelo que cubren el rostro y las ropas. Para Ángeles Agrela, el simbolismo de la máscara es importante, y lo que el pelo ha significado y significa a nivel simbólico en muchas culturas; o, también, el carácter camaleónico que la moda y la indumentaria añaden a la imagen de una persona, incluso si se oculta el rostro.
En su universo, la artista multidisciplinar hace del acrílico y los lápices sus mejores armas para reinventar no solo la esencia femenina, sino todas las reglas del pop art y el arte contemporáneo para llevarlas muy, muy cerca de la absoluta sublimidad.
Melenas de color que fluyen con vida propia, una gama cromática en perfecto equilibrio entre la estridencia, una fantasía que no es de este mundo y un repertorio de estampados y prendas que envuelven las anatomías y el mundo interno de sus modelos nos invitan a reflexionar sobre la paz que produce sentir tanta vida.