La sociedad de consumo interviene en aspectos tan puros como la naturaleza, convirtiéndola en un producto más y transformándola con la tecnología actual para adaptar su estética.
En un mundo en el que el capitalismo y la globalización marcan el ritmo del mundo, la naturaleza se ha convertido en una opción más de consumo para la sociedad, como si de un parque de atracciones se tratara.
Esa transformación es la que denuncia Hojas por Hojas, el proyecto de Luzinterruptus en el que elementos tan terrenales como los árboles se han modificado para satisfacer los deseos del consumidor infantilizado, una figura que cada vez está más presente.
Luzinterruptus utiliza la tecnología para modificar la naturaleza al antojo de los deseos creativos actuales, convirtiéndola en una plataforma más sobre la que volcar el gusto estético predominante.
Hojas por Hojas presenta la naturaleza como un parque de atracciones para los humanos, un espectáculo producido con mucho detalle que se disfruta pagando un ticket, sin tener en cuenta las condiciones adversas ni el cambio estacional.
Para trasladar todos estos matices, Luzinterruptus aprovechó el aura cambiante del otoño, una época en la que los árboles se transforman y pierden su belleza con la caída de sus hojas.
“Usamos las hojas que ya estaban a punto de caer para vestir un árbol grande y dos pequeños con 4.000 hojas de papel blanco, folios, sujetos con unas pinzas. Esto dio a los árboles una apariencia fantasmal un tanto desconcertante, porque perdían sus hojas pero se transformaban en una versión pixelada de sí mismos”.
A medida que el otoño avanza, los folios irán ganando presencia y los atributos naturales de los árboles se irán desvaneciendo casi por completo, dejando como resultado una imagen en la que solo permanece aquello que ha sido producido por las manos del hombre.
Este es el resultado final que persigue Hojas por Hojas: un espectáculo más propio de la era moderna capitalista y consumista donde lo que nos es dado por el planeta, se reemplaza con elementos de nuestra era tecnológica.
Aunque la luz de los folios también terminarán por apagarse y el material por consumirse, con lo que los productos artificiales dejarán en el aire la eterna cuestión: ¿la vida imita el arte o el arte imita a la vida?
La obra se puede ver hasta finales de febrero en el Instituto Cervantes de Frankfurt y permanecerá allí hasta que todas las hojas naturales caigan y las artificiales caduquen.
Luzinterruptus: Web