La artista visual Ana María Hernando explora la femininidad desde paisajes mágicos que se mimetizan con materiales etéreos, como son la gasa o el tul.
Ana María Hernando es conocida por trabajar con varios tipos de material en sus instalaciones, pero siempre utiliza un elemento textil, que parece “ser un conducto expansivo para mi trabajo” aparte de hacer referencia a su infancia cuando observaba a las mujeres de su familia coser y bordar juntas todos los días.
Con este material y su caída, la artista quiere representar los vestidos de baile que llevan las mujeres, en donde el tul se convierte en una fuerza que rompe con las construcciones sociales en torno a la feminidad. “Como latina, exploro cómo lo femenino aparece en la fuerza y la flexibilidad, en la belleza y en (una) imparable abundancia de generosidad”, dice Ana María sobre su obra para Oldskull.
Las instalciones de la artista argentina se centran en la idea de la impermanencia, la energía y el momento fugaz. Cada uno de ellos se realiza plegando y presionando el delicado material dándole forma con el entorno, generalmente, las obras se crean a partir de una sola longitud sin cortes de tul.
Cascadas de las que brotan cortinas de tul, escaleras por las que se derrama un río de gasa rosa o ventanas que se abren al entorno a través de un manto rosado. Así son las instalaciones de Ana María, una síntesis perfecta entre lo etéreo y lo concreto, entre la arquitectura y la belleza de las texturas.