Para la artista, la sociedad trabaja montando escenarios sobre los que se desarrolla el día a día, una ‘performance’ con mucha coordinación y color.
“Y por si no nos vemos luego, buenos días, buenas tardes y buenas noches”. Así se despedía Jim Carrey en El show de Truman, una frase que ha pasado a la historia del cine por destapar la farsa en la que había vivido toda su vida, un adiós que sabía a iluminación.
Truman abandona la cueva de Platón y descubre que todo hasta ese momento era una mentira: sus vecinos, actores; las calles y los establecimientos por los que paseaba, decorados; su vida, en definitiva, una falacia.
Basándose en la idea de que todo parece un set de rodaje cinematográfico, la diseñadora gráfica Lucile Gauvain da vida a sus ilustraciones, en las que una serie de personajes trabaja en equipo montando decorados, escenarios.
Gauvain ilustra la cadena de montaje de Ford en su máxima expresión, con una paleta rica en colores y donde sus personajes presentan una expresión hierática, propia de quien realiza un trabajo mecánico.
A la artista afincada en París la inspiración le viene de su propia carrera profesional, ya que, además de ilustradora, es diseñadora gráfica en la industria cinematográfica.
“Siempre me he sentido atraída por la falsedad de los estudios de cine; hacer creer a los espectadores en el realismo de un set construido de la nada que existe en un determinado contexto para una determinada historia”.
Así, como en El show de Truman, Gauvain se cuestiona qué es real y qué es ficticio en el mundo que la rodea, cómo saber si la realidad en la que vivimos no es más que un decorado.
Según la propia artista, las temáticas de sus ilustraciones son la fantasía, la emoción y una fuerte pasión por el poder que brota cuando la energía colectiva hace que florezca la creación pura.
En el show de Lucile Gauvain, todos somos sujetos que trabajan colectivamente para construir la realidad poco a poco, un decorado en el que interpretamos un papel y sobre el que nos desarrollamos como los personajes principales de nuestra propia historia.