Para la artista berlinesa Moki Mioke, la naturaleza es un alimento creativo, la protagonista indiscutible de sus cuadros. Además de la naturaleza, Mioke también se inspira en la filmografía del artista japonés Hayao Miyazaki, en especial la cinta El viaje de Chihiro.
Sus paisajes en acrílico están localizados en los bosques nórdicos o, como ella describe más concretamente, "terrenos escandinavos e islandeses aislados, un continente lacustre subártico congelado, cuevas vírgenes y praderas de musgo, y montañas esculpidas en formas anatómicas por el viento y el agua".
Sus obras se distinguen por su habilidad en la representación realista de los personajes y los detalles naturalistas, pero van más allá de la realidad para invadir mundos imaginarios, en los que el hombre se funde, en un todo místico y fantástico, con la Naturaleza, dando lugar a atmósferas encantadas y exuberantes fantasías selváticas.
Moki fusiona a los humanos con la naturaleza, envolviéndolos en exuberantes praderas verdes o en un tranquilo mar de agua. Cuando se le pregunta por qué combina a los humanos con la naturaleza, Moki explica: "Los seres que desaparecen en mis cuadros ilustran el estado de ánimo cuando no puedes distinguir entre tú y el otro, esa sensación de conciencia por lo que te rodea".
El filósofo chino Zhang Zhou escribió sobre la mariposa de Zhuangzi en uno de sus libros: "Una vez Zhuangzi soñó que era una mariposa, una mariposa que revoloteaba y revoloteaba por ahí, feliz consigo misma y haciendo lo que quería. No sabía que era Zhuangzi. De repente se despertó y allí estaba, sólido e inconfundible Zhuangzi. Pero no sabía si era Zhuangzi que había soñado que era una mariposa, o una mariposa que soñaba que era Zhuangzi".