El ser humano solo es puro en la infancia, cuando todavía está libre de todos los prejuicios que va adquiriendo con los golpes que le asesta la vida. Solo cuando somos niños conocemos la magia y miramos la vida con la indiscutible sabiduría que da la inocencia.
Una idea tan colosal y que encierra todos los misterios y todas las verdades de una existencia que nos complicamos con el paso del tiempo, es resumida con una metáfora protagonizada por un niño y un globo rojo.
Esa es el milagro que, en 1956 , obró Albert Lamorisse. Le Ballon rouge es un mediometraje francés de 34 minutos que muestra las aventuras de un niño que encuentra un globo rojo que había quedado atascado en una farola del barrio de Ménilmontant, en París.
El film ganó numerosos premios, entre ellos el Oscar a mejor guion original y la Palma de Oro a mejor cortometraje (categoría en la que participó, por no existir la de mediometraje) en el festival de Cannes.
Lamorisse hizo participar a sus propios hijos en la producción. Su hijo, Pascal Lamorisse, interpreta al personaje principal, un niño llamado de igual manera, mientras que su hija Sabine tiene una escena donde hace el papel de una niña que en determinado momento se cruza con Pascal, pero portando un globo azul en vez de rojo.
Con increíble sencillez y buen gusto, Lamorisse nos invita al mágico periplo que Pascal comparte con un globo que tiene vida propia y que es el reflejo de los sentimientos del niño que recorre las grises calles llenando de color una ciudad triste y cínica que no entiende el portentoso poder de la imaginación y de la fantasía.
Este corto e intenso cuento cinematográfico es una obra maestra para toda la familia, para todos y todas aquellos y aquellas que siguen creyendo en los sueños y para todos y todas aquellos y aquellas que se empeñan en coartar los de los y las demás.
Soñad, flotad y volad tanto o más alto que Pascal y ese globo que tiene un rojo que nunca ha sido más apasionado y apasionante.
Aquí os dejamos con esta inolvidable historia.