Embarcada en un peculiar viaje, una bola roja nos demuestra que el arte no entiende de barreras y pone en común distintos estilos de animación.
“Haz una animación de 3 segundos donde aparezca una bola roja. Pásasela a alguien de otro país. Ellos continúan la animación”. Con estas sencillas instrucciones se ha creado Pass The Ball, un corto colaborativo que demuestra que no existen las fronteras que se puedan imponer a la libertad de creación, porque el arte no entiende de barreras, sino que es un elemento unificador.
A lo largo de los poco más de 2 minutos y medio de duración, podemos ver cómo los animadores gráficos han seguido las dos únicas reglas: ir pasando una bola roja entre países en 3 s por animación.
El resultado es un corto dinámico donde se entremezclan 40 estilos distintos de ilustración, uno por cada animador que se ha sumado al reto iniciado por el artista Nathan Boey, llevándonos por el 3D digital, la animación más clásica, el stop motion e incluso la plastilina.
Planetas, chefs, cerillas, minigolf… decenas de escenarios se despliegan a lo largo del corto y del recorrido que va realizando la bola roja, cuyo inicio y final no logramos ver, porque quizás la clave está en que su viaje nunca termina.
Un total de 40 meses han sido necesarios para el nacimiento de Pass The Ball, 40 meses en los que los profesionales detrás del corto han puesto todo su corazón y talento para aportar su granito de arena a un proyecto artístico colaborativo original.
Embarcada en un viaje sin barreras idiomáticas, culturales ni físicas, la bola roja nos pone en contacto con el arte, la imaginación y la creatividad para hacernos ver que el arte es, en realidad, una disciplina aglutinadora que nos une a todos por igual. Ahora, pasémonos la pelota de unos a otros: