La verdadera gracia de los objetos cotidianos no está en usarlos con la finalidad para la que fueron inventados, está en la reinvención de esas finalidades, en darles otros usos que solo están en las creativas mentes de esos locos y esas locas que no paran de inventar.
Un chaleco transparente para llevar tus piezas de Lego siempre contigo o cientos de bolas de chicle, unas chanclas con el tubo de pasta de dientes y el cepillo incorporados o unas botas de esquimal que podrían ser tanto o más útiles que una caja de herramientas.
¿Por qué nos empeñamos en la exclusividad? ¿Por qué un objeto solo está destinado para una función? Abramos la mente al mundo y a las originales piezas que crea Nicole McLaughlin.
Esta diseñadora con sede en Nueva York es conocida por sus divertidas prendas comestibles y sus conversiones basadas en marcas que convierten objetos domésticos, logotipos y porciones individuales de comida en productos divertidos y funcionales.
Lo cierto es que su universo nos devuelve a la infancia llena de esa inventiva y de ese color que tenían nuestras tardes en casa creando, inventando y soñando con mundos donde lo real adquiría otras connotaciones mucho más divertidas, mucho mejores.
Nicole McLaughlin: Instagram
h/t: Colossal