A una escala de tan solo unos poco centímetros, esta artista húngara con base en un pequeño pueblo al lado del Danubio enhebra con maestría hilo, alambre, semillas y madera, reproduciendo diferentes escenas que, a menudo, están vinculadas a la naturaleza.
Aunque ya descubrimos a Ágnes hace tiempo, la artista no deja de sorprendernos por su capacidad para desafiarse a sí misma trabajando cada vez en un formato más minúsculo que ella misma define como "un muy buen juego mental".
Graduada por la Universidad de Bellas Artes de Budapest como restauradora textil, lleva años conjugando la delicadeza del hilo con la solidez de otros materiales como la madera utilizando técnicas tradicionales. "He estudiado extensamente el arte del bordado y la fabricación de encajes", reconoce al mismo tiempo que explica que los procesos de estos métodos son extremadamente lentos y que necesita de varios días para completar cada una de las pequeñas piezas que vemos.
Por eso, considera fundamental tener una metodología de trabajo que comienza por tener un plan bien definido sobre su ejecución: "El diseño es una parte importante del proceso creativo, porque tengo que pensar no solo en la apariencia visual del trabajo sino también en su estructura general y en el orden de los pasos individuales".
Utiliza principalmente hilos naturales de origen vegetal de diferente procedencia y grosor como lino, cáñamo, algodón, yute, rafia, etc. También experimenta con diferentes técnicas, siendo el encaje con aguja su favorita, que acostumbra a combinar con el encaje de almohada y el trenzado.
Aunque el trabajo requiere de una gran concentración y precisión, las piezas reflejan una libertad creativa y una ligereza que las hace únicas.
Y es que Ágnes tiene ese don que solo tienen los buenos: el de hacer que lo difícil parezca fácil. "Es muy importante para mí poder aprender continuamente durante mi trabajo y perfeccionar mis técnicas, así como probar nuevos materiales", sospechamos que en ello está la clave de este bello don.