Hay algo morbosamente perturbador en eso de observar sin ser observado, de ver sin ser visto, de invadir la intimidad de otros que no han sido lo suficientemente cuidadosos a la hora de esconder sus actos.
Y es en esa adoración fetichista que existe hacia el vouyerismo donde la fotógrafa Merry Alpern encuentra la razón de ser de su controvertida serie de fotografíasen en blanco y negro, Dirty Windows.
¿Quién no ha estado tentado de pasar su tiempo libre regodeándose en las vidas ajenas de los demás como hacía James Stewart en La ventana indiscreta?
Esta cuestión fue la justificación que llevó a Alpern en 1993 a tomar fotografías desde la ventana del apartamento de un amigo en Wall Street. Mirando hacia afuera podían verse dos ventanas opuestas que mostraban el interior de un apartamento que albergaba un club de sexo fuera de horario.
En ese espacio grotesco al margen del mundo pero que es el triste reflejo del mismo, los corredores de bolsa y otros hombres de negocios entregaban cientos de dólares y drogas a mujeres en tanga y encaje negro.
Usando un teleobjetivo, Alpern capturó de todo, desde mamadas, striptease y alcohol hasta mujeres que rebuscan en percheros de ropa y se prueban trajes de baño.
En 1995, ella, Andrés Serrano y Barbara DeGenevieive fueron rechazados y vilipendiados por el Consejo Nacional de la NEA por su trabajo.
Si bien muchos espectadores se sintieron incómodos con las imágenes capturadas, el trabajo de Alpern se puede encontrar en colecciones de museos y en las mentes podridas de todos los que lo han visto, lo han disfrutado y lo han soñado.
h/t: Yuxtapoz