En una sociedad en la que las ideas de éxito, de felicidad o de libertad están intimamente relacionadas con la juventud, proliferan los miedos a tener responsabilidades y obligaciones, a enfrentarse al gris y absurdo mundo adulto. En este contexto, es lógico que cada vez haya más gente que sufra del síndrome de Peter Pan.
Gracias a La mente es maravillosa.
Hay muchas personas de 30 o 40 años que actúan de forma infantil e inmadura. Cuesta convivir con ellas porque difícilmente asumen alguna responsabilidad; son alérgicas a los compromisos y exhiben conductas muy egoístas. Si bien estos "adultos infantiles" no encajan en ninguna categoría clínica o trastorno psicológico como tal, trazan un fenómeno frecuente conocido como síndrome de Peter Pan.
Detrás de estos patrones de comportamiento suele estar un estilo de crianza deficiente, alteraciones en el estilo de apego o una personalidad narcisista. El problema es que, aunque nos sorprenda, estas figuras suelen ser infelices y evidenciar problemas en sus relaciones sociales. Si convives con alguien que encaja en tal perfil, te explicamos qué puedes hacer.
Causas del síndrome de Peter Pan
Los adultos con síndrome de Peter Pan son aquellos cuya edad cronológica no coincide con lo que demuestran a nivel comportamental. Son inmaduros, infantiles, con tendencia a la evitación, etc.
Aunque no estemos ante una condición mental que aparezca en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), desde el ámbito psicológico es notorio un detalle. El adulto infantil podría revelar otros trastornos subyacentes. Además, su conducta es claramente problemática en todos los ámbitos sociales y emocionales. Las causas pueden ser:
Estilos de crianza permisivos o sobreprotectores
Existen familias con un estilo de crianza deficitario que altera el desarrollo psicosocial del niño. La ausencia de límites claros, la permisividad y la falta de asunción de responsabilidades en la infancia, por ejemplo, suelen estar detrás del adulto con síndrome de Peter Pan.
Ahora bien, no dejemos de lado el impacto que tiene la sobreprotección a corto y largo plazo. Trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad Estatal de California, destacan la imagen de los "padres helicóptero", es decir, aquellos que controlan en exceso la vida de sus hijos, lo cual merma la autoeficacia de estos últimos en sus etapas universitarias y laborales.
Los convierten, por así decirlo, en personas con serios problemas para asumir el control de sus propias vidas.
Apego evitativo
La inmadurez emocional también puede tener su origen en un estilo de apego evitativo. Las raíces de esta característica yacen en la infancia, solo que, en este caso, en lugar de una sobreprotección, lo que pudieron sufrir es la falta de un afecto estable y nutritivo en el ámbito emocional.
Son situaciones en las cuales los cuidadores no favorecieron el desarrollo de las competencias emocionales del niño. En consecuencia, se tendría un adulto que huye a la intimidad emocional, que es incapaz de construir vínculos sólidos, maduros y saludables.
Personalidad narcisista
El adulto con síndrome de Peter Pan suele estar dentro de un espectro. A menudo, esa forma de inmadurez y falta de responsabilidad se expresa en una personalidad claramente narcisista. En estos casos, su conducta suele ser la más compleja en todos los niveles.
Son personas egoístas, que cargan sobre los demás las responsabilidades propias y que buscan ser el centro de atención en todo momento. Como bien hemos señalado al inicio, con frecuencia, detrás de este patrón de comportamiento pudiera existir alguna condición psicológica; el trastorno narcisista de la personalidad es un ejemplo.
Falta de competencias emocionales y nula resistencia a la frustración
Hay personas adultas con las competencias emocionales de un niño de 3 años. Bien es cierto que la asunción de estas habilidades debe asentarse en la infancia; sin embargo, vemos con reiteración una clara negativa a la automejora cuando llegan a la edad madura.
La personalidad se encalla en esa incapacidad para tolerar las frustraciones y entender lo que es vivir en sociedad y ser adulto. Son mentes muy inflexibles y con una gran resistencia al cambio.
Consecuencias de ser un adulto infantil
Las consecuencias más comunes de dicha inmadurez psicosocial y emocional. A continuación, las presentamos.
- Son desafiantes.
- Tienen miedo a la soledad.
- Muestran un elevado egoísmo.
- Los trabajos les duran muy poco.
- Son incapaces de manejar el estrés.
- Evidencian fobias a los compromisos.
- Son incapaces de resolver sus problemas.
- Son incapaces de alcanzar metas personales.
- Cuentan con pocos amigos y los pierden al poco tiempo.
- Se mueven solo por deseos y necesidades inmediatas. Son muy impulsivos.
- Pueden mostrar una gran dependencia de algunas figuras, por ejemplo, sus padres.
- Presentan una elevada tendencia hacia los trastornos del estado de ánimo como la depresión.
- Tienen rabietas, no regulan sus emociones y tampoco respetan las de los demás.
- No asumen responsabilidades y son hábiles para dar excusas y justificar por qué no las llevan a cabo.
- A menudo demuestran conductas pasivo-agresivas. Es decir, usan indirectas en su comunicación, son hostiles y nunca expresan lo que sienten o piensan de forma asertiva.
¿Cómo lidiar con adultos con síndrome de Peter Pan?
Los adultos con síndrome de Peter Pan son personas infelices. Más allá de que nos irrite su conducta, su irresponsabilidad y falta de competencias sociales, son figuras destinadas al fracaso en sociedad. El problema reside también en que son perfiles con una gran resistencia y oposición al cambio.
Dan Kiley fue el psicólogo que acuñó este término en 1983, tras publicar su libro El síndrome de Peter Pan. En él explicaba que muchos de sus pacientes presentaban esta característica y que, por lo general, era complicado avanzar en terapia. Sin embargo, ya contamos con nuevos enfoques y hay más maneras para lidiar con ellos. Analicemos algunas, a continuación.
Explícándoles la consecuencia de no asumir responsabilidades
Desde un punto de vista social, es imposible que alguien con este perfil logre adaptarse a nuestra realidad cotidiana. El adulto infantil debe tomar conciencia de lo que sucede cuando no se actúa de manera responsable. El resultado es la exclusión social, la soledad, la precariedad y la infelicidad. No dudemos en detallarles el efecto de su conducta.
Evitando ser sus cuidadores
El problema del síndrome de Peter Pan es que, a veces, encuentra a su Wendy. Es decir, en muchas relaciones de pareja está la persona infantil y la figura que atiende y rescata al adulto infantilizado. Durante un tiempo esta unión puede nutrir las necesidades de cada uno, pero son vínculos destinados al fracaso y al sufrimiento.
No atendamos cada necesidad de estas figuras haciéndoles la vida más fácil. El objetivo es que conozcan el efecto de sus acciones y asuman responsabilidades.
Guiándoles para que busquen ayuda especializada
El síndrome de Peter Pan tiene detrás desencadenantes psicológicos que hay que comprender y tratar. Los problemas de apego, las mellas de una crianza disfuncional y la mala gestión emocional pueden abordarse desde la terapia cognitiva-conductual. Asimismo, estos pacientes suelen experimentar depresiones encubiertas que necesitarán de tratamientos clínicos y farmacológicos.