Reírse a carcajadas es de lo más sano y de lo más satisfactorio que hay menos cuando ocurre en mitad de una situación violenta que, social y culturalmente, se entiende como inapropiada.
Puede ocurrir ante una caída descomunal, en mitad de un entierro o a solas en un transporte público cuando recordamos algo que en su momento nos hizo gracia. No debemos sentirnos culpables por ello porque la risa es algo incontrolable que pasa incluso, cuando menos lo esperamos.
Gracias a La mente es maravillosa.
La ciencia nos dice que la risa inapropiada puede deberse a una reacción normal (y catártica) o bien a un problema neurológico.
Todos damos por sentado que la risa es ese gesto social que nos permite conectar los unos con los otros y que es el canal que facilita la expresión de emociones positivas, como la felicidad, la alegría, la sorpresa, la dicha o la ilusión.
Sin embargo, es importante saber que reír es clave para liberar estados psicofísicos de gran tensión y ansiedad. El cerebro recurre a ella como recurso de catarsis emocional.
De hecho, como dicen los neurocientíficos, la risa es uno de los comportamientos más importantes y a la vez más desconocidos del ser humano.
Cuando nos reímos en momentos inapropiados somos conscientes de nuestra conducta distorsionada. Es decir, sabemos que esa reacción emocional no es la idónea en esa situación pero nos relaja durante unos momentos, aunque después debamos lidiar con el desconcierto social.
Por término medio, esta reacción es una respuesta psicológica a la ansiedad y la tensión. Lo que hace nuestro cerebro es promover esta reacción para aliviar todo el malestar contenido.
Algo en lo que insiste a menudo la ciencia es que los orígenes evolutivos de la risa respondían, en realidad, más a un mecanismo de supervivencia que de mera expresión del disfrute o el deleite.
Aunque parezca claro que la risa favorece la vinculación, la conexión, el afecto y la regulación emocional y se da en momentos socialmente distendidos, el reírnos en momentos inapropiados es señal de que también lo hacemos para aliviar el malestar, el estrés o la ansiedad contenida. Es lo que comunmente conocemos como "risa nerviosa".
Paradójicamente, la risa es algo que se tiene que tomar muy en serio porque gracias a ella experimentamos cierta catarsis, se alivian estados emocionales adversos y tomamos conciencia de que hay una serie de realidades que debemos atender y justo ahí está la clave, en gestionar lo que nos duele o nos preocupa.