Casi ya no nos damos cuenta de lo que la conexión al mundo virtual nos desconecta del mundo real, de lo que los teléfonos móviles nos impiden disfrutar de placeres tan sencillos como una comida con amigos y amigas.
Cuando vamos a un restaurante, a una cafetería o un bar, es habitual ver a miles de personas más concentradas en sus dispositivos móviles que en saborear un buen plato o un buen vino. La comida y la bebida es secundaria en un momento en el que el mundo que hay detrás de nuestras pantallas nos ha invadido.
Para combatir esta epidemia tecnológica, el chef Tim Love, dueño del restaurante de comida italiana Caterina's en Fort Worth, Texas, obliga a sus clientes a dejar sus teléfonos con la anfitriona o el anfitrión a su llegada, así como seguir un código de vestimenta. Mientras que algunos y algunas han elogiado tal iniciativa, otros y otras no está de acuerdo con su filosofía.
Tim no es el primero que toma esta medida que nos invita a vivir las experiencias con la intensidad que merecen y sin distracciones. Algunas salas de conciertos, de monólogos y otros restaurantes han estado tomando medidas para limitar el uso de teléfonos para alentar a las personas a disfrutar el momento y no ser una molestia para quienes están a su lado.
El chef explica en qué consiste la dinámica que propone: “La anfitriona le da a cada invitado una bolsa para poner su teléfono y la bolsa se queda con el invitado durante toda la cena. Vamos a pedirles amablemente que pongan su teléfono en la bolsa. No es gran cosa".
Y continúa: "Si el cliente está esperando una llamada importante, el restaurante ofrece un teléfono fijo de los de rueda, de los de toda la vida. Si un cliente recibe una llamada, el personal se acercará a su mesa con el teléfono y si alguien realmente necesita acceder a su celular durante la cena, puede simplemente hacerlo fuera del restaurante”.
La idea es crear un lugar donde las personas puedan desconectarse y prestar atención a sus amigos, compañeros de mesa, el ambiente y la comida sin distraerse con la tecnología. "Si no puede lidiar sin su teléfono durante dos horas, este no es el lugar para usted. La gente va al cine y no usan su teléfono”, explica Tim.
Para incrementar la experiencia, la cena se controla como un medio para ayudar a las personas a relajarse. “Los invitados de Caterina disfrutarán de una comida de varios platos servida a un ritmo pausado pero contínuo. Lo que me gusta llamar comida analógica, donde toda la experiencia te anima a reducir la velocidad".
El debate se genera cuando hay quien se pregunta: ¿qué deberían hacer aquellas personas que prefieren cenar solas, leer libros con sus comidas o evitar conversar con extraños al azar?¿Y aquellos que necesitan sus teléfonos celulares para controlar sus niveles de azúcar en la sangre o para mantenerse en contacto con sus seres queridos ante una urgencia?
Estas son algunas de las preguntas que surgen ante la prohibición del chef, y dieron lugar a una discusión muy interesante sobre el capacitismo y la nostalgia idílica. Primero analicemos los términos.
El capacitismo, como lo describe Access Living, es la discriminación y el prejuicio social contra las personas con discapacidad basado en la creencia de que las habilidades típicas son superiores, lo que fomenta estereotipos dañinos o conceptos erróneos.
Una de las formas en las que este concepto puede ser entendido es en lugares que son inaccesibles para un determinado grupo de personas que en este caso, serían aquellas que necesitan sus teléfonos celulares por motivos de salud o como medio de comunicación.
Ahora, para saltar al otro extremo de la discusión, la nostalgia es un sentimentalismo por el pasado, típicamente por un período o lugar con asociaciones personales felices.
En este caso, una época en la que las personas se vestían de cierta manera y no tenían teléfonos celulares que los distrajeran de interactuar con el mundo que los rodeaba.¿Qué pasa si no te identificas con esta manera de pensar?
Tim solo quiere una vuelta al pasado en su restaurante inpirado en los años 50 y eso incluye dejar nuestros teléfonos a un lado durante dos horas. Seáis de la opinión que seáis, en Catrina´s no solo está servida la pasta, también está servida la polémica.