De un tiempo a esta parte, hacer pan se ha convertido en todo un arte y, tanto es así, que la delgada línea que existe entre lo que es comestible y lo que podría ser una obra maestra, ha desaparecido.
Estos panecillos que reinventan la icónica pintura "La persistencia de la memoria" de Eugenio Salvador Dalí son la muestra de las fronteras inexistentes que hay entre la comida y el arte o la comida que es arte en sí misma.
Yukiko Morita es la cocinera japonesa que se esconde tras PAMPSHADE, la marca de panes hechos a mano y de los que toma rebanadas y hogazas para después darles un tratamiento antimicrobiano y convertirlos en lámparas y relojes decorativos únicos.
El nombre de la empresa nace de un híbrido entre la palabra "pan" y la palabra inglesa "lampshade" que significa pantalla de lámpara.
Su última creación es perfectamente reconocible por cualquier amante del arte contemporáneo y de la cultura popular.
La masa horneada y con el aspecto de un tiempo que se dilata en el tiempo, valga la redundancia, lleva incrustadas las manecillas del reloj que únicamente indican una hora, la de comer.
Seguro que os imagináis otras obras de arte comestibles. ¿No os ha venido a la cabeza "El Grito" de Munch, por ejemplo?
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