Volver a volver. Todo, es este momento, es suceptible de volver.
Volver a llenar el depósito de gasolina para rodar en los días idénticos.
Volver al insomnio y a soñar con las fechas en rojo del calendario.
Volver a sacar la ropa de las bolsas de la estacionalidad.
Volver a las legañas en los ojos y al café recién hecho en los patios de luces.
Volver a llenarnos los pulmones de dióxido de carbono y a poner nuestros corazones a prueba en cuanto a resistencia y elasticidad. Porque somos elásticos, somos predecibles, somos flexibles por encima de nuestras posibilidades.
Volver a reiniciar el cerebro para atender a las órdenes del universo. Volver a querer querer, volver a perdonar, a perdonarnos.
Volver a nuestro sitio de vez en cuando para volver a hichar los pulmones de musgo.
Volver a la comida rápida y a la digestión pesada, a la tierra mojada y a las tormentas de otoño que cierran la puerta al sol y a los días en calma.
Volver al vicio, o volver a la vida sana, volver a los propósitos de cada lunes, a las drogas que apaciguan los latidos durante unos segundos.
Volver al narcótico celestial. Volver a sangrar por la nariz, volver a descubrir. Volver a escribir.
Volver a llenar la nevera de abrazos y el congelador de mantras que nos hagan sentir vivos.
Volver a enfermar, volver a sanar, volver a madurar.
Volver a retomar. Volver a abandonar.
Volver a llenar el cine con las ganas de escapar.
Volver a llenar los cuartos de estar. Los nuestros. Los de los demás.
Volver a mudar la piel y a desnudarnos delante del espejo.
Volver a oler el papel de los libros pendientes.
Volver a trazar mapas imaginarios y a la cartografía de los cuerpos propios y ajenos.
Volver a los sitios comunes. Donde nos enamoramos y donde nos olvidamos.
Volver a llenar los salones de baile.
Volver a dejar huella o volver a tomar la pastilla para olvidarlo todo.
Volver a cerrar puertas y abrir heridas, o al revés.
Volver a salir de viaje por el sol.
Volver a sentir que nos sentimos nada. Volver a vibrar con todo. Volver a morir con nada. Volver a Renacer. Volver a sentir.
Volver a quererte, mucho. Volar. Aterrizar. Volver.
Siempre.
Todas las imágenes pertencen a The End of the F***ing World
Ilustración de portada: Coco Dávez