Kafka y la muñeca, la omnipresencia de la pérdida

Un año antes de su muerte, Franz Kafka vivió una experiencia insólita. Paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada porque había perdido a su muñeca.

Kafka se ofreció a ayudar a buscarla, pero no apareció, entonces Franz, le contó a la niña, que su muñeca, no se había perdido, sino que estaba viajando alrededor del mundo y le explicó que él era un cartero de muñecas, especializado en llevar las cartas de las muñecas viajeras del mundo.

kafka y la muneca viajera paul auster
Kafka y la muñeca viajera | Ilustración de José Manuel Fernández Oli.

La niña, le pidió que si recibía alguna de su muñeca, se la llevara y durante tres semanas, Kafka le llevó las cartas escritas por la muñeca viajera.

“Por favor no llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir todas mis aventuras".

Cuando él y la niña se reunían, le leía estas misivas, cuidadosamente compuestas con miles de aventuras imaginarias sobre la muñeca, cuyos viajes por el mundo que evocaban a los de Phileas Fogg.
La niña se consoló con la idea de que su amiguita estuviera viviendo tantas y tan variadas experiencias.
Pasadas unas semanas, Kafka le regaló una muñeca nueva a la pequeña, ella obviamente, la veía diferente a a la suya, pero una carta adjunta le explicó la razón de su cambio:

– “Querida amiga, mis viajes me han cambiado“.

Muchos años más tarde, la niña encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de la muñeca.
que decía:

”Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas, pero al final, el amor volverá de una forma diferente“.

kafka y la muneca viajera
Kafka y la muñeca viajera | Ilustración de José Manuel Fernández Oli

Esta historia tan tierna tiene varias versiones. Esta que acabamos de leer es la versión de la escritora y psicoterapeuta estadounidense May Benatar, y lleva por título "Kafka y la Muñeca, la omnipresencia de la pérdida." En esta versión, la muñeca, aunque cambiada, regresa junto a la niña.

La segunda versión es de Paul Auster y la encontramos en su maravillosa novela The Brooklin Follies. En ella, la muñeca se casa y nunca vuelve al lado de la niña. Nunca se encontró a la pequeña, ni las cartas, pero la que era por entonces la compañera de Kafka, Dora Diamant, contó que Franz se sentaba frente al escritorio a redactar las cartas de la muñeca viajera, con la misma gravedad y tensión con la que compuso toda su obra. Paul Auster ilustra con esta breve historia la sustitución de la realidad por un relato de la misma.

Apúntate a nuestra newsletter

Únete a nuestra comunidad. Así podremos invitarte a los eventos que organizamos y estarás al tanto de convocatorias y concursos.