Es único e impagable ese momento en el que introducimos los cascos en nuestros móviles, nos los ponemos en las orejas, seleccionamos la píldora musical que necesitamos y le damos al play olvidándonos de que nada existe pero sintiéndonos parte de todo.
Llegar a casa después de un día duro de trabajo, un desencuentro con un amigo, una pelea con la pareja o tras haber enfrentado una situación que nos ha resultado desagradable, puede doler menos con un gesto tan sencillo como escuchar música.
Las canciones nos han salvado la vida desde que tenemos uso de razón; es tan inmenso su poder curativo, que recurrimos a ellas de manera inconsciente y les profesamos la fe que merecen porque son la única religión en la que creemos.
Las relacionamos a personas que nunca dejaremos de recordar y a personas que queremos olvidar para siempre, nos transportan a momentos vividos y lugares conocidos y nos hacen viajar a otros que no hemos visto nunca.
Nos hacen tener sensaciones y sentimientos que nacen de la emoción y el dolor, de la alegría y la tristeza o de la desolación y la esperanza y, esas sensaciones, conectan con nuestras luces y nuestras sombras con la arrebatadora eficacia que ni las palabras ni los actos consiguen.
No queremos esperar a que pase la tormenta vital y emocional que vivimos en estos días raros para hacer acopio de un puñado de canciones que están llenas de la luz que necesitamos para seguir pasando las horas que quedan para recuperar la vida tal y como la conocíamos.
Es momento para pararnos a reflexionar sobre muchas cosas que hemos hecho mal pero también seguir haciendo las que hemos hecho bien, incoporar las canciones a nuestro estilo de vida, es una de ellas.
Esperamos, de corazón, hacer vuestros días menos raros, más livianos, llenarlos con la luz que desprende esta selección que os proponemos.
La luz también se contagia, también se transmite y es necesaria para despertar, a diario, de esos apocalipsis que cada uno estamos viviendo.
