En un tiempo en el que parece que hemos recuperado la añorada normalidad, la introspección, el hedonismo y las ganas de experimentar la música en vivo han sido las mayores inspiraciones para los artistas.
El mundo se desmorona, pero siempre nos quedará la música. Música para denunciar las injusticias sociales; música para mirarnos y escucharnos por dentro; música para desinhibirnos y bailar; música para disfrutarla colectivamente y cantarla a pleno pulmón con desconocidos; música para, en fin, ser nosotros en nuestro estado más puro. Música para sanar, música para vivir.
Podríamos decir que el 2022 ha sido el año en el que por fin hemos vuelto a disfrutar de eso tan ansiado que perdimos hace dos años: la normalidad. La música nos ha vuelto a reunir en las salas de conciertos, los festivales y la hemos compartido sin restricciones.
Este año, los artistas españoles nos han regalado un conjunto de álbumes en los que reinan el eclecticismo, la vulnerabilidad y el hedonismo. Sin duda, La emperatriz ha reivindicado su posición en un trono ocupado por una Rigoberta Bandini que se ha hecho con el público a través de su pop melódico con referencias operísticas, tímidos trazos de electrónica y unos directos llenos de fuerza en los que la música se vive de una manera coral, en su máxima potencia.
Lejos de la fiesta colectiva, en 2022 hemos continuado con los posos de reflexión que nos preparó la pandemia, una introspección de la que nace el reto de María Rodés a ponernos de frente con los finales más amargos para asumir que, en realidad, Fuimos los dos.
La incomprensión y el nihilismo son el retrato de una generación, la que hace el propio Rojuu en KOR KOR LAKE; mientras que quienes crecieron con Los Planetas como banda sonora pueden seguir regocijándose en su contemporánea nostalgia escuchando Las canciones del agua.
También ha habido tiempo para cuando las miserias de la vida diaria nos llevan a aporrear en el teclado un AFDTRQHOT más sincero que cualquier frase de autoayuda; descarnado, como el regreso a sus inicios de Los Punsetes.
Sin olvidar la calma de los Dies d’Atrezzo en las voces corales de Da Souza, en continuo contraste con las noches que bailamos al son de Joe Crepúsculo, el verdadero Trovador Tecno a quien la propia Zahara ha seguido la pista con Reputa para seguir encumbrándose con su trabajo más honesto y por el que consiguió un puesto nuestro top de discos nacionales de 2021.
Aunque si el ritmo, el baile y el goce de vivir tuvieran un sabor, sería muy parecido al Paprika de La Bien Querida. Y, si la tradición, el flamenco y el arte se dieran la mano en su expresión más libre, sonaría a Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte, de El niño de Elche.
Brindamos por un 2022 lleno de riqueza musical nacional, por un año en el que no hemos dejado de bailar, emocionarnos y escuchar nueva música. Brindamos, pues, por los 10 discos nacionales que no hemos podido parar de escuchar este año:
10. Paco Moreno, Rumba profunda
Vivir en un eterno verano, sin preocupaciones, con el buen rollo por bandera y las ganas de celebrar como timón.
Para quienes no conozcan a Paco Moreno, este almeriense afincado en Granada lleva años avisándonos desde su Bandcamp de que algo nuevo se movía en el ambiente.
Bajo ese grupo de artistas Juan Palomo, que se guisan y se comen todo ellos solitos, Moreno nos impacta con un estilo fabricado en casa en el que, gracias a ese bricolaje autónomo, los prejuicios se quedan fuera de la mezcla. Rumba, cumbia, bolero… ocho cortes le bastan a Paco Moreno para trasladarnos bajo la sombrilla.
9. Futurachicapop, Pasado presente futura
Sintetizadores para los broken hearts. Futurachicapop es la simbiosis perfecta entre el pasado, el presente y el futuro de unas melodías que echábamos de menos en las pistas de baile. ¿El secreto para diferenciar su propuesta de otras tantas similares? Que sus canciones envueltas en un pop de espejos de bola de discoteca y noches sin fin son, en realidad, una bala directa al corazón con su buen puñado de melodrama.
En Pasado presente futura, el barcelonés nos presenta una propuesta queer que se reivindica constantemente en mundo hetero-normativo desde la más pura libertad. Futurachicapop reivindica en su primer trabajo la pista de baile como el mejor escenario sobre el que cantar al amor en todos sus estadios con un halo de brilli brilli y nostalgia millennial.
8. Nacho Vegas, Mundos inmóviles derrumbándose
“El asturiano alberga un corazón al trote con la justicia social, con lo poético, con lo perdido y con lo que está por conquistar”. Así describía nuestra compañera Silvia García con el corazón lleno tras la escucha del último disco de Nacho Vegas. Y no es para menos.
Qué decir de Vegas que no se haya dicho ya. La esperanza, el desconcierto, la rabia, el enfado, el sarcasmo y la resignación brillan de nuevo en su último trabajo, en el que sigue una senda que comenzó hace años y por la que le seguimos a pies juntillas.
Escucharle es sentirse poseedor del don de la ternura y saberse conocedor del Big Crunch que nos asola en un molesto silencio.
7. Amaia, Cuando no sé quién soy
Crecer es asumir que la incertidumbre siempre irá de la mano. Amaia podría haberse convertido en el penúltimo juguete roto de la fábrica de talento mainstream de Operación Triunfo, pero con su humor, su aparente inocencia, su dulzura y, cómo no, su arrollador talento, ha demostrado a todos que, aunque a veces no sepa quién es, tiene bastante claro quién no quiere ser.
Con ese claro aviso a navegantes que es Bienvenidos al show, la pamplonesa nos invita a sentir sus dudas y miedos en un disco cuyas melodías suaves y letras (aparentemente) sencillas encandilan a cualquier oído.
Pero también somos oyentes de sus certezas, sus desamores y, en fin, todo ese periplo emocional que implica descubrir el lugar que cada uno ocupa en este mundo.
6. Anni B Sweet y Los Estanques, Burbuja cómoda y elefante inspirado
¿Qué surge cuando el folk y el rock progresivo se fusionan? Una jam session infinita llena de poder bajo una figurada improvisación. Así podríamos describir al trabajo que ha brotado de la inspiración conjunta entre Anni B Sweet y Los Estanques.
Las personalidad de ambas entidades se ha fusionado de tal manera en este álbum que es difícil explicar dónde empiezan y terminan el uno y el otro. El disco es un viaje sensorial a una historia de amor, de principio a fin, de la ilusión a la certeza de saber que se acaba. Con sus subidas y bajadas.
A pesar de contar con 13 cortes, el álbum podría entenderse como una canción total que disfrutar de principio a fin, sin pausas, como si fuéramos los espectadores de una improvisación infinita que nos lleva por todos los estadios imaginables.
5. Blanco Palamera, Intimidade
Un golpe seco a los monstruos con los que convivimos, una introspección que, desde el amor propio más profundo, busca entender todo aquello que conforma nuestra mochila emocional.
Intimidade es el regalo en formato musical que Blanco Palamera nos regala, un álbum que bien podrían haber escrito tras salir de la consulta del psicólogo… a golpe de baile.
Pop, electrónica, synth-pop, funk, groove y todo lo que quieran echarle al potaje. El dúo envuelve en regalos para los oídos unas letras crudas y amables al mismos tiempo. Porque mirarse por dentro y cambiar, implica comprenderse, no odiarse.
4. León Benavente, Era
Los reyes de la nostalgia renuncian a su ya marcada mirada al pasado y, hastiados de la situación pandémica, inician una nueva era en la que no existen las medias tintas.
Para ese nuevo giro, el cuarteto se decanta por potenciar la electrónica, hasta entonces presente tímidamente en sus temas, y hacer de sus canciones himnos que poder cantar con rabia a coro mientras bailamos solos en el salón de casa chillándole al altavoz.
León Benavente se enfrenta en este álbum a la pendiente con la que uno comienza a ser boomer, sabiendo que lo más digno es saber irse de una fiesta antes de que se vayan los demás. Por suerte, esa consciencia plena de conocer el lugar ocupa cada uno en la sociedad, se mantiene y nos regala trabajos como este Era, lleno de avances. Un discazo, con todas las letras.
3. Guitarricadelafuente, La cantera
Tras años haciéndose un hueco en la industria musical a base de talento, esfuerzo, vídeos caseros y singles en plataformas, por fin llegó el momento de disfrutar del primer trabajo de Guitarricadelafuente.
Qué mejor elección para adentrarse en el éxito que no perder la cabeza y fijar los pies a la tierra, la misma que le vio crecer como Álvaro Lafuente. Por eso, quizás, el disco se llama La cantera, un guiño a la manera en que los mayores de su pueblo, Cuevas de Cañart (Teruel), se referían al grupo de chavales que jugaban en las calles.
Pero no solo en el nombre encontramos esa vuelta al origen, sino que el propio disco está repleto de referencias a sus raíces. Guitarricadelafuente se ha acompañado muy bien del productor Raül Refree, mago de la música donde los haya y amante de un reto con folclore de por medio, para dar forma a un trabajo en el que no faltan las referencias a la música tradicional de la cultura aragonesa.
El primer disco de Guitarricadelafuente es una deliciosa carta de presentación con la que nos presenta quién es realmente ese chaval de “la cantera” que tanto da que hablar y que no olvida de dónde viene. Nosotros no podemos esperar para ver a dónde llega.
2. Rocío Márquez y Bronquio, Tercer cielo
“¡Qué grande es la libertad!”. Con este grandilocuente axioma finaliza La marca, el broche de oro al que para nosotros es el segundo mejor disco nacional del año. Una frase que resume a la perfección el resultado de un trabajo que es un canto a la libertad creativa.
En un lado, la voz inconfundible de la cantaora Rocío Márquez. Al otro, la maestría para jugar con la producción de Bronquio. En el centro, su primer disco conjunto: Tercer cielo, como el nirvana que nos ayudan a alcanzar tras escuchar un trabajo fresco, sorprendente, crudo, hermoso y doloroso.
Para adentrarse en este álbum hay que tener la mente y el corazón abiertos, nada más. En este viaje, cada tema es una sacudida para nuestros oídos, que no están preparados para escuchar jaleos, taconeo y bulerías con beats, percusiones sintetizadas y voces distorsionadas.
Flamenco y electrónica se fusionan en una clase magistral de música, con todas las letras, para tocar el Tercer cielo.
1. Rosalía, Motomami
A de alfa, altura, alien. B de bandida. C de coqueta. D de dinamita y de disco del año.
Poco se puede decir ya del álbum que nos regaló Rosalía en marzo de este 2022. Motomami ha pasado a ser uno de los trabajos musicales españoles más reconocidos en la escena internacional y ha encumbrado a la catalana al éxito más absoluto.
Rosalía continúa la senda que se marcó desde el inicio de su carrera, apostando por una evolución continua, descubrir nuevas rutas y nunca repetirse. Ya nos lo avisaba con ese primer single aperitivo tan rompedor como Saoko: “Yo soy muy mía, yo me transformo”.
La mariposa ha echado a volar en una serie de temas con los que se puede perrear y llorar a partes iguales, mientras nos habla de su relación con la fama, las consecuencias del éxito, alejarse de su familia y que el amor que siente por la música siempre será su máxima, porque “ser una popstar nunca te dura”.
Motomami nace de la experimentación y de esas ganas que tiene Rosalía por jugar con todo, ya sean las letras o los géneros con los que trabaja. Así que, ¡arriba las "motomaris"!