El primer matrimonio entre mujeres, el acceso a la cultura, la concienciación ecológica, la liberación femenina… Isabel Coixet se ha distinguido por hacer cine para concienciar y denunciar injusticias sociales. Su último proyecto El techo amarillo, que se acaba de estrenar en la sección oficial (fuera de concurso) del festival de San Sebastián es buen ejemplo de ello.
Tras viajar 14 veces a las costas del Ártico, el alemán ha conseguido reunir en su serie ‘Línea discontinua’ un testigo visual de los devastadores efectos del cambio climático.
La campaña de ‘street art’ busca visibilizar que los escasos centímetros en los que la acera se eleva, son un verdadero muro para las personas con movilidad reducida.
Sujetando una bengala, con un chaleco salvavidas y el miedo en los ojos de quien sabe que podría pedir su último auxilio. Este niño nos obliga a no bajar la mirada ante la crisis migratoria.
El horizonte pandémico ha traído para el artista urbano Pejac un amplio terreno de creación. La distintas situaciones de emergencia global, acrecentadas en parte por la pandemia, son la base de sus últimos trabajos.
Tenemos claro que es inmenso el poder que una sola imagen puede tener y el impacto que puede generar en un espectador que, sin darse cuenta, puede sentirse reflejado en una realidad de la que no era consciente hasta que no la ha observado desde esa perspectiva que da tomar distancia.
El amor no entiende de géneros, identidades o tendencias, es un sentimiento universal y, aunque ha habido cierto avance social al respecto, es necesario que se sigan visibilizando las realidades de ciertos colectivos en una industria que sigue demasiado anclada a la heteronormatividad.
Una iglesia de California instala un Belén a modo de denuncia de las políticas en la frontera en el que el niño Jesús, San José y la Virgen María están separados en jaulas
Imaginad que pasáis en vuestra vida por los peores tragos posibles; imaginad que vivís la violencia, el abandono y la malnutrición, no tenéis la capacidad de expresarlo con palabras y, además, hay quien piensa que ni siquiera tenéis sentimientos.
Vivimos en una era en la que los inviernos son templados y los veranos se alargan hasta unos octubres en los que seguimos bañándonos en las playas y cenando en las terrazas pero, el calentamiento global y el cambio climático son falacias.