Casi 9.000 kilómetros separan a la bella Lisboa de mi destino. Dos países que miran al Atlántico y que se reconocen nada más verse.
9.000 kilómetros en los que he cruzado el mar y tocado las nubes hasta aterrizar en el sur de Brasil para descubrir, sin saberlo, una de las zonas más luminosas del planeta.

Hablamos de Florianópolis, conocida cariñosamente como "Floripa", una joya brasileña situada en el estado de Santa Catarina.
El flechazo surgió durante el aterrizaje del vuelo, conexión directa desde Lisboa con el paraíso, cuando el verde de las montañas se fundió con todos los azules posibles. La vista desde el cielo me dio pistas sobre lo que iba a sentir al tomar tierra.
Imagino que algo parecido debieron sentir, los colonos azorianos que llegaron en el siglo XVII y de los que queda su impronta en los colores de sus casas, en los sabores en sus platos a día de hoy y en el eco de sus palabras.
Incluso, mucho tiempo atrás, los hombres del Sambaqui, que pisaron esta tierra hace 5 mil años siendo los primeros habitantes de la región. Todavía se pueden apreciar vestigios de su cultura en los montículos de conchas y huesos que construían, conocidos como sambaquis.
Nada más llegar, me alojo en la Playa de Cachoeira do Bom Jesus, para estar unos días frente al mar. Las aguas cristalinas y los islotes verdes salpicados de galeones de madera amarrados a la historia, me dan la bienvenida de la mejor manera posible.
También tengo la suerte de adentrarme en el barrio de Jureré, cuyo nombre hace referencia al pasado. “Jurerê” supuestamente proviene de “Y-Jurerê Mirim”, que en tupí-guaraní significaría “pequeña boca de agua”.
Un barrio donde la simetría y la arquitectura, se integra con el mar y los árboles de manera casi mágica.
Pero no estoy sola, durante todo el camino de 8 días, me acompañan los mejores embajadores de la zona para mostrarnos todo el esplendor de esta tierra, y por supuesto, los mejores compañeros de viaje posibles.
Desde su gastronomía, de la que destaco las ostras y los camarones, hasta el poder de la música en cada esquina y todo desde la generosidad absoluta de sus habitantes.
@culturainquieta Hemos viajado hasta Florianápolis, una región al sur de Brasil para enamorarnos profundamente de su alegría de vivir💫 Te damos algunas razones, pero en realidad, son infinitas. Gracias a TAP Portugal habernos llevado con vuestras alas al paraíso @tapairportugal 🛫 #brasil #florianapolis #bossanova #floripa #tapportugal #travel #destination
♬ Bossa Nova Brazil - Lofi Danny
Son infinitos los motivos, pero voy a intentar resumirlos en cinco razones por las que volvería una y mil veces a Floripa
1. Por la música: el latido del alma brasileña
Si algo distingue al sur de Brasil, es la presencia constante de la música. Está en todas partes: en las calles, en los taxis, en los hoteles y en cada rincón donde la vida sucede.
La música no es solo un arte; es una extensión del cuerpo, una forma de expresar alegría y de narrar historias. Desde los acordes de samba hasta la intensidad de la milonga gaucha, cada género se siente como un idioma universal.
Los festivales, como el impresionante Green Valley, son la prueba viva de esta conexión: en plena Selva Atlántica, la electrónica se funde con la naturaleza y transforma cada noche en una experiencia mística.
Vivir la música aquí no es escucharla; es sentirla en cada fibra. El corazón galopa a golpe de Beats y diría que, incluso, a unísono de todos los asistentes al evento.
2. Por los paisajes
Brasil tiene algo mágico que no solo se ve, sino que se vive. Es un territorio de contrastes: desde las sierras verdes que parecen infinitas hasta las aguas cristalinas de sus playas. Florianópolis, conocida como la "Isla de la Magia", es un ejemplo perfecto de este encanto.
Cada rincón invita a desconectarte del tiempo, a perderte en atardeceres que parecen pintados por un artista, todo parece tener más luz en esta parte del mundo.
Practicar canoa en estas aguas o caminar por senderos entre la selva es más que una aventura; es una forma de reconectar con lo esencial, con la tierra y el agua que nos sostienen. De esta experiencia nos hemos traído la importancia de remar juntos, en equipo hasta parar la barca y contemplar la puesta de Sol sobre el Atlántico.
3. Por la comida: un festín para los sentidos
El sur de Brasil no solo se explora con los ojos; también se saborea. Cada plato es un homenaje a la riqueza de su tierra.
Desde las ostras frescas que se disfrutan en el Mercado Público de Florianópolis hasta el churrasco, un ritual de carnes jugosas que celebra la tradición gaucha, la gastronomía es un viaje en sí misma.
El pirão, con su textura reconfortante, y las recetas transmitidas de generación en generación cuentan historias de identidad y amor por lo auténtico. Comer aquí no es solo alimentarse; es participar en una celebración de vida.
4. Por las tradiciones: una cultura que late
El estado de Santa Catarina vibra con una mezcla única de tradiciones. Desde la influencia de los pueblos indígenas hasta las raíces europeas que dejaron su huella, cada expresión cultural es una ventana a su pasado y presente.
Las micaretas, esas fiestas callejeras que parecen no terminar nunca, son una demostración del espíritu brasileño: compartido, lleno de energía y profundamente humano. En lugares como Balneário Camboriú, donde la modernidad se encuentra con la naturaleza de forma poética, la cultura se vive como un puente entre lo ancestral y lo contemporáneo.
5. Por la gente: corazones que vibran al ritmo de su tierra
Lo que realmente hace del sur de Brasil un lugar inolvidable es su gente. Los locales tienen una forma de vivir que te envuelve: su amor por su tierra, su pasión por la música y su hospitalidad te hacen sentir como si siempre hubieras pertenecido aquí.
Cada risa compartida en el Mercado Público, cada baile espontáneo en una playa de Florianópolis, cada canción coreada en un concierto de Ivete Sangalo, reina de la música brasileña, es un recordatorio de que la alegría aquí no se guarda: se comparte y se multiplica.
El sur de Brasil no solo se visita; se vive. Es un lugar que llevas contigo como un eco constante, un ritmo que nunca deja de sonar.
Florianópolis es un destino que enamora a primera vista: playas doradas, montañas verdes, una cultura vibrante y la calidez de su gente hacen de esta isla un paraíso en el sur de Brasil. Ahora, llegar a este rincón mágico es más fácil que nunca gracias a la nueva ruta de TAP Air Portugal, que conecta Lisboa con Floripa en un viaje cómodo y directo.
Imagina despegar desde Europa y aterrizar en un lugar donde la música brasileña llena el aire, donde los sabores del mar se mezclan con la tradición del churrasco, y donde cada rincón esconde historias de influencias indígenas y europeas.
Con el programa Stopover de TAP, incluso puedes combinar este destino con una escala gratuita en Lisboa u Oporto, prolongando la magia del viaje.
Más que un trayecto, esta conexión refuerza la unión entre culturas, invitándote a descubrir el alma de Florianópolis con la facilidad y el confort de una aerolínea que entiende que viajar es mucho más que moverse: es sentir, explorar y enamorarse del camino.
Gracias a TAP por haberme llevado con vuestras alas al paraíso.