En tiempos en los que la vida impone su frenético ritmo más vivamente que nunca, a veces es necesario desconectar para reconectar con esas partes importantes que olvidamos de nosotros mismos y, además, es crucial saber qué hacer durante esa desconexión.
Aunque en el día a día podamos intentar buscar momentos que nos sirvan para llenar de aire los pulmones y la mente, el período del año más esperado por todos es el que implica disfrutar de las deseadas y merecidas vacaciones.
En vacaciones, tenemos la oportunidad de volver a ser los que somos fuera de nuestro ámbito laboral, podemos recuperar aficiones, volvemos a soñar con aquellas cosas que nos hacen mantenernos vivos, nos damos el lujo de no hacer nada con prisa y podemos pasar tiempo con nuestras personas favoritas.
Pero también hay quien elige ser su persona favorita y decide dedicar unos días para pensar, observar, reflexionar, replantearse cosas o disfrutar del silencio y la belleza de la naturaleza. En definitiva, tomar conciencia de que, quizás, el mejor plan sea un viaje hacia sí mismo en un marco incomparable como el del Camino de Santiago.
Todas las rutas del Camino de Santiago brindan una experiencia vital y cultural que para aquellos afortunados que la han vivido, ha supuesto un reto a nivel físico, emocional e incluso espiritual. ¿Por qué?
La respuesta es sencilla: hacer esta antigua ruta de peregrinaje, ya sea desde su parte francesa o desde la parte portuguesa, es vivir unos días en los que cada cual hará de este viaje algo suyo de manera totalmente diferente.
El origen de esta arraigada tradición se remonta a muchos siglos atrás, en los que tuvo lugar la tradición evangelizadora de uno de los doce apóstoles de Jesús, Santiago el Mayor, que murió en Jerusalén torturado y decapitado por Herodes Agripa I, al incumplir su orden de no predicar el cristianismo.
La leyenda cuenta que los discípulos Atanasio y Teodoro robaron el cuerpo de Santiago y se lo llevaron a Galicia hasta que le dieron sepulcro en la actual Santiago de Compostela.
Ocho siglos después, se descubrió el sepulcro durante el reinado de Alfonso II El Casto y, desde entonces, este lugar sagrado ha sido un destino continuo para peregrinos que han hecho sus caminos por distintos motivos.
Te invitamos a este camino que son muchos caminos llenos de silencios y conversaciones, paisajes, nuevos lenguajes y sabores.
En el camino, te despojas de ropas, de pesos, de prejuicios y, a cambio, te echas a la espalda una mochila de libertad y de descubrimiento.
Haz tu propia ruta, inicia un viaje que empieza y acaba en ti.
Camino de Santiago: Web