La generosa madre tierra nos está contínuamente regalando espectáculos naturales por todos los rincones del mundo; los cambios de estación se caracterizan por floraciones, deshielos o metamorfosis cromáticas espectaculares que dan lugar a fenómenos que causan admiración y provocan inspiración.
En el templo budista Gu Guanyin, en la región de la montaña Zhongnan de China, hay un árbol gingko de 1.400 años de antigüedad que, cuando entra el Otoño, muda todas sus amarillas y vibrantes hojas ofreciendo una estampa mágica.
Esta intensa y cálida explosión de color atrae a viajeros y curiosos de todo el mundo que disfrutan de esta alfombra de hojarasca que fotografían con entusiasmo.
Es perfectamente lógico que los cineastas asiáticos, a menudo, recurran a la poesía visual y a las metáforas y simbologías que la naturaleza les ofrece, este tipo de inspiradores fenómenos suelen ser usados por su belleza y para representar ciclos vitales como en las películas de Kim Ki Duk o Zhang Yimou, por ejemplo.
Plantado en honor del emperador Li Shimin, padre fundador de la dinastía Tang (618-907), este famoso árbol es una especie antigua originaria de China y, a parte de su evidente encanto, aporta diversos beneficios médicos que se reconocen en la medicina tradicional oriental.
El gingko milenario es también respetado por su tradición y los lazos que ha establecido con la región.
La belleza está en cualquier rincón del mundo, ojalá tuviéramos varias vidas para descubrirlos todos.