Debe suponer todo un reto intentar capturar en imágenes, la esencia, el genio y la controvertida personalidad de una figura tan amada y tan odiada como Sergei Polunin; Bryan Adams es el que lo ha aceptado y lo ha superado de esta espectacular manera.
Bryan Admas es conocido por toda una generación de adolescentes de los 80 y de los 90 como la voz cantante de algunos de los hits más radiados y populares de esas dos décadas.
Independientemente y paralelamente a su carrera como músico, en los últimos años ha estado desarrollando, también de manera exitosa, una carrera como fotógrafo en la que está volcado a tiempo completo.
Adams ha tenido la oportunidad de fotografiar, entre otros muchos personajes famosos, a la Reina Isabel II de Inglaterra, en 2002, durante su 50º aniversario, un personaje que está al alcance de muy pocos, pero entre sus famosos retratos también se encuentran las almas de Amy Winehouse, Michael J. Fox, Mick Jagger, Ben Kingsley o Michael Jackson.
La verdad es que solo un fotógrafo acostumbrado a que no le tiemble el pulso ante celebrities del tamaño de las que Adams ha inmortalizado, podría salir victorioso ante la titánica tarea de capturar toda el alma y la personalidad del "chico malo del ballet", el controvertido Sergei Polunin.
Sergei Vladímirovich Polunin es un bailarín ucraniano que a la edad de 19 años se convirtió en el bailarín más joven que logró el estatus de principal en el Royal Ballet de Londres.
Actualmente es uno de los bailarines principales en la compañía rusa Teatro Musical Académico de Stanislavski y Nemiróvich-Dánchenko de Moscú y el Teatro Académico Estatal de Ópera y Ballet de Novosibirsk.
A pesar de su talento innegable y sus ejecuciones llenas de pasión, Polunin también es conocido por los escándalos que ha protagonizado y por tener una personalidad problemática.
El reconocido como el mejor bailarín del mundo, dejó plantado hace dos años al Royal Ballet de Londres que lo vio nacer como estrella, ha sido expulsado de la Ópera de París por comentarios homófobos o lleva el pecho tatuado con la cara de Putin y marcado por cicatrices que son producto de la autolesión.
En la serie de fotografías en blanco y negro realizadas por Bryan para el número 38 de la revista ZOO, el bailarín de fama mundial aparece vestido por la estilista Lotta Aspenberg dando muestras de su saber hacer y aguantando la mirada desafiante que tiene detrás al genio que lo ha hecho ser tan amado y tan odiado.
Pensativo o en movimiento, Sergei traspasa nuestras pantallas por el hipnótico poder que ejerce su controvertido y prodigioso talento y talante, esos que nos generan los sentimientos tan contradictorios que solo produce el arte prodigioso en su máxima expresión.
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